lunes, 9 de mayo de 2022

Los libros de Don Winslow, analizados por él mismo

El rey de la narcoliteratura, ganador del Premio Pepe Carvalho de BCNegra, considera Don Quijote el principio y el final de todo.


Juan Carlos Galindo. Barcelona

Don Winslow (Nueva York, 68 años) no ha podido completar su carta de amor a Barcelona. El autor de El poder del perro ha recibido el Premio Pepe Carvalho de BCNegra, pero tuvo que participar en el acto de entrega del jueves desde EEUU y por videoconferencia. No pudo viajar por problemas de salud, pero su discurso fue un homenaje al género negro, a la literatura, a Don Quijote, como principio y fin de todo, incluido Philip Marlowe.

Winslow ha cerrado su trilogía sobre el narco (la mencionada El poder del perro, El cártel y La frontera) para volver a sus orígenes, a Providence, donde creció y donde da comienzo su nueva saga con Ciudad en llamas, que Harper Collins publicará en abril en España, una novela sobre la mafia irlandesa e italiana en Rhode Island en 1987. "El libro está ambientado en la playa en la que crecí. Ahora vivo allí la mitad del año y paso por ella casi todos los días. Conozco casi cada ola, cómo cambian los colores", confesaba ayer por correo electrónico. "Escribir sobre tu infancia es un camino lleno de peligros. El reto es hacerlo honestamente", decía.

"El bisturí de Winslow es político sin ser demagógico. Nos dice las cosas a la cara sin moralina", resumía Carlos Zanón, comisario del festival. Pero el mundo literario de Winslow va más allá. El escritor ha comentado para EL PAIS las cuatro novelas que más le ha gustado escribir.


El cártel (RBA, 2015). "Probablemente, el libro sobre el que ha pivotado mi carrera, del que estoy más orgulloso, el que me resistí a escribir, el que más me ha costado. Mi agente y amigo, Shane Salerno, seguía empujándome a escribir y yo, literalmente, colgaba el teléfono. Pero, viendo cómo se deterioraban las cosas en México y cómo mis compatriotas malinterpretaban lo que estaba pasando, entendí que sabía como explicarlo y que tenía la responsabilidad de hacerlo. Fue un libro difícil, por los asesinatos, la muerte de los periodistas, el martirio de los trabajadores sociales, especialmente de las mujeres. Vivir mentalmente en ese mundo día tras día fue agotador. Dicho esto, me alegro de haberlo escrito. Creo que narra con fidelidad la verdadera historia".

Salvajes (Martínez Roca, 2011). "Este libro fue un experimento con el lenguaje: empecé a escribir e instantáneamente me encontré haciéndolo con la voz de una veinteañera californiana. Le envié las primeras 14 páginas a Shane (Salerno) con una nota que decía que no sabía si era algo bueno o si había perdido la cabeza. Su respuesta fue: deja todo y ponte con esto. Fue un desgaste de energía que todavía no puedo explicar. Quería ver si podía hacer lo mismo que los directores de la nouvelle vague francesa pero con la historia de un trío de productores de marihuana. El libro es también un acto de rebelión en un momento en el que mi carrera estaba en transición y estaba harto de las peticiones para crear una marca. Decidí prescindir de todo eso, parar las máquinas y ponerme a escribir lo que de verdad sentía. Como un salvaje, supongo.

Corrupción policial (RBA, 2017). "Un día sonó el teléfono a las siete de la mañana. Era Shane que quería que habláramos sobre mi próximo proyecto. Manejamos varias ideas y entonces me preguntó: ¿Que te parece un libro sobre la policía de Nueva York?. A lo que respondí: "Podría escribir una barbaridad sobre eso". Pero, en realidad, no estaba tan seguro. Siempre había querido hacer ese libro, pero no sabía si tenía la calidad para lograrlo. Cuando hablas de Nueva York o arrasas o fracasas, no hay termino medio. Quería hablar de un hombre decente que pierde su brújula moral y se enfrenta a sus dilemas interiores. También quería convertir la ciudad en un personaje, llevar al lector a sus calles".

Un soplo de aire fresco (Mondadori, 2013). "No sé si es una de mis mejores obras, pero siempre sientes cierto cariño por el primero. No tenía ni idea de cómo escribirlo. También lo pospuse durante mucho tiempo porque estaba ocupado ganándome la vida y tenía miedo de no tener talento. Un soplo de aire fresco fue escrito alrededor de todo el mundo en tiendas de campaña, hoteles, aviones, trenes y autobuses. Al final consideré que tenía un libro. Los primeros 15 editores no pensaban lo mismo. Pero mientras recibía esos rechazos ya estaba trabajando en el segundo. Supongo que tiene algo que ver con la persistencia y, como siempre le digo a los jóvenes autores: "No os rindais".


El Pais 12 de febrero de 2022

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