jueves, 16 de enero de 2014

1º EJERCICIO: LECTURA COMPARATIVA.

                                                      

 El  enfoque de esta web quiere tener una divergencia sutil con respecto a otros métodos de perfeccionamiento literario. Hasta ahora hemos visto diversos libros comentados  desde una perspectiva única de la obra en sí. Como se suele decir: Antes de escribir, hay que leer mucho. Por eso, os propongo este ejercicio de superposición, de lectura correlativa de dos obras con un trasfondo muy parecido. Me remito a mis propias experiencias para aconsejaros varias obras, con la premisa básica de que veáis la diferencia en la narrativa de ambos autores, siendo muy parecido su desarrollo y desenlace dentro de sus obras.


 Haciendo referencia a El ocho, hay una gran diferencia entre Estrategia y táctica. De alguna forma  el ajedrecista, al igual que el escritor, se enfrentan a un opuesto. Katherine neville juega con esta dualidad en su obra, convirtiendo su libro en una partida de ajedrez real, donde pasado y futuro se enfrentan, y donde los mismos personajes representan piezas del juego. La verdad es que es una premisa fascinante, ya que el escritor muchas veces se encuentra ante esta misma disyuntiva a la hora de enfrentarse a la redacción de su libro. Lo que llama poderosamente la atención en el libro de El ocho, es la gran documentación que corrobora la partida de ajedrez en sí, siendo muy convincente en los datos históricos que aporta. El diamante de Jerusalen juega una partida muy parecida, pero si el juego narrativo de Katherine Neville nos seduce por su estrategia, el juego que nos presenta Noah Gordon en su libro es pura táctica.




Cuando leí El diamante de Jerusalén tras haber leído el ocho, sentí, no sé cómo decirlo, una liberación. El autor masculino confería otros matices más exactos al libro y no se dejaba seducir por la obra en sí, cosa que si ocurría en la obra de El ocho, donde había una especie de sopor, de soñolencia, de nostalgia edulcorada en comparación. Curiosamente eran sensaciones que no había experimentado antes,  hasta haberlas contrastado con el viaje que me proponía Noah Gordon. Era como si la forma de describir, de jugar la partida, nos llevara a pensar dentro de un tipo de tratamiento determinado y no fuéramos capaces de salirnos de este orden de cosas preestablecido. 

Quiero hacer una crítica constructiva y proponeros ambos libros por igual, pero aconsejándoos de que leáis ambos consecutivamente para que podáis daros cuenta del verdadero sabor que una obra literaria puede llegar a tener, siempre que la saboreéis contrastando su matices con otra. En ambos casos son novela histórica, escritas por un hombre y una mujer, cuyos tratamientos y voces son increíblemente opuestos, siendo la premisa la misma: Conseguir atrapar al lector,  como si fuera el rey enemigo que se acorrala, para poder darle jaque mate. Ambos son grandes libros, pero guardan un tesoro aún mayor, si los comparáis, para vosotros, futuros escritores.  F.m.