martes, 23 de abril de 2024

23 de abril (2024) -Dia del Libro-

 No tengo permiso de la autora para publicar esta maravilla, pero es que no puedo resistirme. Es impresionante lo que se puede contar con tan pocos elementos, en un espacio reducido, en blanco y negro. Fantástico, y muchas gracias a Flavita Banana y su arte. Publicado hoy el El Pais, martes 23 de abril de 2024.




viernes, 22 de marzo de 2024

Bucear en el cerebro cósmico de Philip K. Dick

 Por Laura Fernández



Sean Young, en Blade Runner(1982), de Ridley Scott, basada en un libro de Philip K. Dick. Picturelux / The Hollywood Archive / Alamy / Cordon Press

En febrero de 1974, un dentista administró a Philip K. Dick, el escritor, el autor de la entonces aún no tan famosa ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? -la novela que dio pie al Blade Runner de Ridley Scott- y de la ganadora del Hugo El hombre en el castillo, una dosis de pentotal sódico aparentemente convencional que resultó excesiva para el cerebro expansivo, eléctrico, del tipo que vio a Dios en un rayo láser rosa, el mismo tipo que sufría interferencias que le situaban en un pasado remoto -la antigua Roma- cuando se acerca al mostrador de una tienda, o a casi cualquier parte. ¿Que qué ocurrió? Que esa misma tarde, cuando la repartidora de la farmacia le trajo a casa un analgésico, tuvo su primera visión. Más que una visión fue algún tipo de apertura hacia un conocimiento vasto y total del universo.

A partir de entonces, Dick se dedicó a explicar en qué había consistido aquella visión repentina -todo lo precipitó el collar de oro que llevaba la repartidora, collar que representaba un pez, signo utilizado por los primeros cristianos, según ella-, visión a la que siguieron una pequeña infinidad de visiones más. Una de ellas le tuvo ocho horas contemplando obras de arte -"cientos de miles de imágenes de arte moderno absolutamente increíble"- que simplemente se le aparecían ante los ojos, sin saber de dónde habían salido y sin que nadie más pudiera verlas. Otra le llevó a bautizar a su hijo Christopher en casa, y una más, a recibir la visita de una "entidad plasmática roja y dorada", y a escuchar la radio tanto si estaba enchufada como si no. El corpus de su, a partir de entonces, obra en marcha llegó a tener más de 8.000 páginas.

En ellas se sumergieron, a petición de la familia -los hijos de Dick, comandados por el agente Andrew Wyle-, Pamela Jackson y Jonathan Lethem, para tratar de ordenar y dar sentido al caos. Un caos formado por, sobre todo, escritura en solitario -en libretas, espolvoreadas gráficamente con dibujos del todo incomprensibles, pequeñas unidades de esquemas que representan la forma en que la idea, o el mundo, entra y sale de un cerebro en permanente y totémica expansión-, pero también cartas- cartas en las que incluía decenas de páginas de ideas sobre lo que le estaba pasando, y lo que le estaba pasando, y lo que le estaba pasando era que se había convertido en un ente de desencriptación del mundo-, teorías- que se llaman a sí mismas cosas como "una teoría soviética loca", o que hablan del "otro universo" como "una mente inteligente y pensante"- y religión.

Porque es cierto, Philip K. Dick podría haberse erigido en líder de una secta cósmica de haber querido con semejante biblia escrita. Y nada tendría que envidiarle, su propia religión, a la del otro escritor de ciencia ficción que puso en marcha una -Ron L. Hubbard, sí, el creador de la cienciología-. Sería, la religión dickiana, en realidad, su versión implosivamente introspectiva y, en cierto sentido, intelectual, beat y demiúrgica. Divididos en carpetas, los capítulos de esta monumental -bien seleccionada, y traducida- obra se leen con la desesperación con la que fueron escritos, en un intento por reconstruir el sentido holístico de toda una vida. Dick regresa, una a una, a todas sus novelas, en busca de pistas de aquello que su cerebro había captado ya del caos universal, y trata de recomponer un yo atravesado por el cosmos.

Tiene, el libro, un valor documental excepcional. No únicamente por la manera en que vuelve, casi como una obra que estuviese construyéndose ante los ojos del lector, sobre el momento de conexión con lo absoluto -cosa que ocurrió los meses de febrero y marzo de ese 1974, conocidos, en clave dickiana, como 2-3-74-, y por lo tanto, como sustrato de la obra visionaria del propio autor, sino también por lo que puede llegar a revelar neurológicamente. La plasticidad con la que expone el flujo de su pensamiento, un pensamiento propio de las víctimas de lo que se ha dado en llamar epilepsia del lóbulo temporal -asociada con la hipergrafia y la hiperreligiosidad-, es un hito conductual también sin precedentes. En definitiva, una obra mayor, a la que hay que entregarse como se entregó Dick a lo desconocido, sin prejuicios.




La exégesis

Philip K. Dick

Edición de Pamela Jackson y Jonathan Lethem.

Traducción de Juan Martínez Fernández. 

Minotauro, 2004

1.198 páginas

75 euros


El Pais. Babelia. nº 1.685. Sábado 9 de marzo de 2024


miércoles, 20 de marzo de 2024

Un Boston de pobres, mafia y racismo

 Por Carlos Zanón



Golpe de gracia

Dennis Lehane

Traducción de Aurora Echevarría

Salamandra, 2024. 352 páginas. 22 euros

La espera de siete años desde la última entrega novelesca de Dennis Lehane (Boston, Massachusetts, 1965) ha valido la pena. Golpe de gracia es un libro que a ratos parece una tableta crujiente de chocolate, a ratos una descarada muestra de la superior solvencia y talento narrativo de su autor, muy por delante de la mayoría de los escritores de ficción, póngale el género que quiera, y la edad de nacimiento que sea. La lectura de Golpe de gracia es un disfrute placentero, un alimento inteligente, un pasapáginas literario que respeta a quien se ha gastado el dinero con la compra del libro.

Lehane es condenadamente bueno. A veces, un poco demasiado, y cuando eso sucede sus libros se meten en zona de rápidos y nos lleva al wéstern y lo pasamos genial, de acuerdo, pero nos reata épica, visión periférica, y se lo echamos en cara, a pesar de pagar sus facturas con gusto. La mayoría de las novelas de Lehane es un greatest hits de todo lo que hace bien: diálogos, estructura, tensión, escenas de acción, personajes, entramado histórico, irlandeses a espuertas... Pero cuando se corrige a sí mismo y se mide a Cormac McCarthy y a Shakespeare, nos escribe Mystic River, y entonces sabemos a qué referirnos cuando le exigimos a Lehane lo que puede darnos:

Con Golpe de gracia volvemos al territorio de Boston, año 1974. Preámbulo de los disturbios que sucedieron a raíz de la decisión del juez Wendell Artuhr Garrity Jr. que imponía como medida contra la segregación racial que hubiese intercambio de escolares entre las distintas escuelas públicas de la ciudad. La narración se hace desde Southie, barrio irlandés, que anda revuelto ante la posibilidad de que chavales suyos vayan a un instituto de negros y negros deambulen por el suyo. Todos son pobres, pero cada uno en su gueto. Sobre ese escenario, en el que Lehane, una vez más -ya lo hizo en, por ejemplo, Cualquier otro día (2008)-, explica de forma soberbia en qué consiste el racismo, el clasismo, la ira y la rabia mediante la mejor forma posible: la ficción. La historia que nos engancha la protagonista Mary Pat Fennessy, cuidadora de residencia de ancianos, que vive sola con su hija en un piso de protección oficial. La vida se le ha mostrado dura, pero no le han enseñado que uno puede rendirse. Su hija adolescente sale de fiesta y no regresa Mary Pat busca y pregunta hasta que es consciente de que ha de enfrentarse a la mafia. La desaparición de un hijo, su posile asesinato, el enigma, son territorios de Lehane, y su olfato inteligente dota al personaje de Mary Pat de una violencia vengativa que ya solo permitimos en una mujer y madre a la que igual han matado a su hija -después de perder a un hijo por sobredosis post-vietnam-.

Entrada la novela, aparece un poli -que uno espera que tenga oportunidad-, Bobby Coine, irlandés, testarudo y extoxicómano, que anda perdido y, en cierto modo, aún puro. Un tercio de la novela es tan superlativo que, aunque no puedes dejarlo reposar, no quieres acabarlo porque sabes que te costará encontrar otro parecido. No solo por cómo transcurren los mecanismo de la acción, sino por el entramado sutil de relaciones personales -las escenas con el ex de Mary Pat o el té con una vieja compañera de colegio son antológicas- y el escenario social de ese 1974 contado por el racismo de pobres contra pobres mientras los hijos de los ricos se hacen hippies, universitarios, siendo los mismos que se escaquearon de Vietnam. El último pone exceso de brocha gorda a la protagonista y demasiados tiros, pero las últimas páginas recuperan elegancia y contención, así que más Lehane, por favor.


El Pais. Babelia. nº 1.678. Sábado 20 de enero de 2024



lunes, 18 de marzo de 2024

El misterioso París de Éric Fouassier

El escritor triunfa con una serie criminal ambientada en la capital francesa en 1831 y protagonizada por el inspector Valentin Verne, "un Holmes más carnal, menos frío"

Juan Carlos Galindo, Barcelona

Éric Fouassier (Tours, Francia, 60 años) contrajo el virus de la literatura a muy temprana edad. Lector fanático de Dumas, Verne y Los misterios de París de Eugène Sue, no tardó en probar suerte como escritor: antes de la mayoría de edad ya había enviado su primer manuscrito a tres de las grandes editoriales de Francia. La respuesta alentadora de Gallimard fue el primer paso en una carrera que le ha llevado, gracias a libros que mezclan la novela histórica y el thriller, al éxito en términos de crítica y público.

Pero por el camino hubo baches, idas y venidas. "Estudié el bachillerato científico, luego Farmacia, con una tesis sobre la química farmacéutica en la literatura, y luego Derecho", contaba la semana pasada en el festival BCNegra. Después llegó la gimnasia, el fortalecimiento de la prosa a través de la novela corta. En ese campo coincidió, entre otros, con Bernard Minier, con el que se cruza en el hall del hotel de Barcelona donde atiende a El Pais. "Eran ideales porque no tenía mucho tiempo para otra cosa. Escribí unas 50 entre 2000 y 2005. Me presentaba a muchos concursos", resume.

Éric Fouassier, el día 9 en Barcelona. Albert García

Varios años, 13 novelas de todo tipo e incontables relatos después llegó el éxito con la primera novela de su serie El gabinete de los misterios ocultos, titulada de la misma forma y publicada en España por Principal Noir. "No sé por qué pero antes de publicarlo sabía que pasaba algo. Se tradujo rápidamente al japonés y todo el mundo hablaba de ello. Fue la primera vez que los adolescentes trataron una obra mía como si fuera una serie de Netflix". Después vinieron 40.000 descargas de audiolibro en un año y más de medio millón de ejemplares con las tres entregas (El fantasma del Vicario, también en Principal, y Les nuits de la peur bleue, aún por traducir). ¿Dónde está la clave? "Creo que los problemas de esa época resuenan en el lector de hoy en unas tramas históricas con temas más propios del thriller. Hay, además, una serie de personajes fuertes que los lectores siguen", relata desde detrás de sus gafas redondas y una sonrisa casi constante, el rostro del profesor amable que todavía es cuando no escribe.

El protagonista de estas novelas es Valentin Verne, un dandi parisino de rostro casi perfecto teñido, sin embargo, de una "conmovedora melancolía". Soltero, solitario y no muy hablador, tiene cierta tendencia a la introspección, generada muy posiblemente por los horrores experimentados desde una temprana edad. "Es un Sherlock Holmes menos frío, un Holmes carnal", resume el autor cuando se le pregunta por el parecido con el mítico detective de Arthur Conan Doyle, con quien comparte incluso su maestría en el bartitsu, arte marcial mixto propio de caballeros victorianos.

Verne dirige la Brigada de los Misterios Ocultos, creada en 1830 para desentrañar crímenes imposibles en una época en la que las luces enciclopédicas y el empirismo no terminan de imponerse a las sombras y las supersticiones. Esta lucha se ve perfectamente reflejada en toda la serie, acompañada de unas maravillosas localizciones y mucho sentido del ritmo policiaco.

Los misterios de estas novelas están ambientados en un París en plena transformación gracias a una ascendente y poderosa clase burguesa, con nuevos barrios muy distintos a los de la mediaval Île de la Cité. "Es la época más novelesca", defiende, "quería con todas mis fuerzas que París fuera un personaje. Un París de contrastes, que llega al lector por los sentidos". Una ciudad en la que solo una clase permanece inalterada, siempre con la suerte en contra: la clase obrera, los miserables.

Pero lo que define a todo héroe es su némesis y aquí Valentin Verne tiene uno a la altura de Moriarty, más terrible si cabe: el Vicario, "una forma condensada de crueldad", un hombre que Fouassier utiliza con habilidad para sacar el lado oscuro de su protagonista en una pelea sin cuartel. "Es mi niño bonito", asegura con una risa algo taimada, interlocutor al calificar así a este ser horrible. "Está hecho para ser detestado. Un malo muy característico de la época".

Autenticidad

El autor juega muy bien con los cambios que se están produciendo dentro de la investigación criminal, e incluso utiliza a Eugène-François como invitado estelar. El que fuera el primer director de la policía francesa moderna llevó una vida de novela: criminal de prestigio, entra en la policía como chivato y termina dirigiéndola, modernizándola y dándole una estructura parecida a la actual antes de convertirse en escritor, montar una imprenta y publicar sus memorias y un puñado de novelas de éxito avalado por amigos como Balzac. "El único límite que me puse al tratarlo como personaje de ficción fue darle coherencia histórica, no ponerlo nunca a hacer cosas imposibles o en lugares en los que no estuvo", explica.

Enganchado a la autenticidad de los autores a los que admira, Fouassier consigue el equilibrio entre la imaginación y la documentación (uno de los grandes retos de todos los autores de este género) y acude a otros elementos de identificación, como acabar con personajes a los que los lectores han tomado cariño. "Matarlos es siempre complicado, pero la novela popular del siglo XIX era un poco maniquea y aquí quería alejarlo de la caricatura. Los lectores lo encuentran terrible, pero le da autenticidad".

Admirador de Arturo Pérez-Reverte, Fouassier confiesa que dentro de cada libro hace planes, pero luego no los respeta. Lo que sí mantiene a rajatabla es el pacto de confianza con los lectores que aprendió con las novelas cortas. Y el amor por el entretenimiento. Antes de la cuarta entrega, en la que viajará a la Argelia invadida y conquistada por los franceses, la serie será cómic y está en marcha la adaptación audiovisual. Por el camino, Fouassier seguirá enganchado a la literatura en todas sus formas. En las bibliotecas y cines de Barcelona donde se celebra BCNegra, algún joven habrá sido inoculado con el virus para seguir sus pasos.


El Pais. Cultura. Sábado 17 de febrero de 2024

domingo, 17 de marzo de 2024

Página Dos, again

Me reconcilia con el mundo, al menos con el mundo de la televisión, y al mismo tiempo con la literatura, y probablemente con el mundo entero. Me siento culpable de no ver, casi aprender de memoria y archivar con amor y cuidado un programa de tan cuidada factura, edición, diseño, textos, imágenes. 


Acabo de ver el último emitido y me ha fascinado. Literatura en estado puro: Entrevista a Júlia Peiró con Olor de hormiga, y a través de un comentario sobre los gatos comentan otros libros sobre los mininos en la literatura. Los ojos de Mona de Thomas Schlesser, otra entrevista, una iniciación al arte que sirve para enlazar con un reportaje sobre el Museo del Prado y su intenso trabajo en las redes sociales, y como su encargado de los videos que muestra en instagram y tiktok, con más de un millón de seguidores ha realizado un libro seleccionando 25 obras del Prado. Dos pequeñas reseñas sobre literatura infantil (uno de ellos, un cómic, La mazmorra), reseñas comentadas por dos niños de 7 y 9 años. 

Como colofón, una ruta literaria de Julio Cortazar por París. Imágenes filmadas por las calles de París lloviendo, o sea, un sueño hecho realidad. A través de tres libros de Cortazar: Obras completas, Cuentos completos y Rayuela, viajamos por Notre Dame, los cafés y sus calles.

Todo esto en tan solo 29 minutos. Ya lleva 16 temporadas. Ha recogido numerosos premios. Y siempre me parece que no lo valoro lo suficiente, ¿porqué será?


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martes, 5 de marzo de 2024

Un misterio sin fin

El ensayo de Eugenio Fuentes sobre la novela negra, de motivadora erudición, constata su vigencia para describir los dramas humanos y cómo desdibuja los límites con otros géneros

Por Leonardo Padura

El escritor extremeño Eugenio Fuentes. Andreu Dalmau (Efe)

Justo en la mitad de Los bajos fondos del corazón. Las emociones en la novela negra, un libro en el que Eugenio Fuentes nos ha prometido reflexionar sobre las características pasadas y presentes del género de la novela negra, el autor coloca una cita de Montaigne -creador de otro género literario, el ensayo-, escrita hace cinco siglos y donde el humanista francés nos advierte: "Hay más quehacer en interpretar las cosas, y más libros sobre los libros que sobre otro tema: no hacemos si no glosarnos unos a otros. Es un hormiguero de comentarios; de autores, hay gran escasez".

Escrita en una época en que, al decir del mismo Eugenio Fuentes, "todavía se disponía de más tiempo que libros, frente a la actualidad, en la que tenemos más libros que tiempo", las palabras del filósofo renacentista sorprenden con su vigencia: vivimos en un hormiguero de libros sobre libros y, ante la falta de tiempo, la mayoría de esos libros no son leídos, ni siquiera por los lectores que se dedican a escribir libros.

No pretendo jugar con las palabras ni los conceptos apenas comenzar diciendo que Los bajos fondos del corazón, el recién editado de Eugenio Fuentes (Tusquets, 2024), donde el novelista habla mucho de libros, es uno de los que merecen la pena ser leídos, no solo por los que escribimos, y no solo por los que cultivamos la novela negra. Porque Eugenio Fuentes no se limita a examinar textos, a recorrer la historia de las novelas de misterio y el daño (los dos ingredientes imprescindibles para adscribir un relato al género, afirma el ensayista), sino que se vale de estos puntales, que por momentos parecen un pretexto, para realizar un recorrido por diversos caminos de la cultura -en todas sus manifestaciones- que tributa al o participa directamente del género que hoy reconocemos como novela negra. Y en esa marcha, diacrónica y sincrónica, el ensayista va abriendo ventanas que nos asoman a otras ventanas, que revelan la existencia de otras ventanas y al final nos regala una obra de motivadora erudición.

Como sugiere desde el título de la obra, el creador del detective Ricardo Cupido (Las manos del pianista, Contrarreloj, Piedras Negras, entre otras) no pretende historiar el género, pues lo que hace es revisarlo desde una perspectiva diferente, que permite una inmersión en el tema mucho más sugerente que el habitual recorrido del historiador de la literatura.

La actual eclosión de la novela negra no ha sido acompañada de un desarrollo teórico paralelo, asegura el estudioso y se lanza en busca de pistas para validar la existencia y la pertinencia del género y su arco va desde los juicios bíblicos de Salomón hasta sus propias novelas protagonizadas por Ricardo Cupido, deteniéndose en los hitos indispensables: Poe, Conan Doyle, Agatha Christie y, por supuesto, Hammett, Chandler y una larga lista de contemporáneos. Pero mientras avanza, Eugenio Fuentes -asomándose a las ventanas mencionadas- se detiene lo mismo en obras de artes plásticas que en productos cinematográficos que, de algún modo, complementen la pertenencia de sus apreciaciones sobre este género literario.

Quizás la tesis central del ensayo esté enunciada con esta afirmación: "...la novela negra está borrando los límites que la separaban de otros géneros en un permanente trasvase de temas y estilemas, y ha dejado de ser un compartimento estanco". A partir de ahí, Fuentes examina distintos momentos y procesos que atañen a esta novelística, de los cuales, por una exigente cuestión de espacio, me centraré en uno: el carácter social que hoy se le ha otorgado -y casi exigido- a esta novelística, una conexión con las realidades que puede desembocar en el compromiso.

"En primer lugar", afirma, "planteo mi desacuerdo sobre la repetida idea de que la novela negra es la portavoz responsable de denunciar los males sociales, la encargada (...) de expresar el compromiso, una palabra que puede decir todo y puede no decir nada. (...) Y en segundo lugar discrepo de la creencia de que el realismo es inmanente a la novela negra, cuando en más de un aspecto es precisamente lo contrario", como podría demostrarlo casi toda la novela detectivesca anterior a Hammett y mucha de la posterior. Incluida buena parte de esa exitosa novela negra nórdica que en un solo libro puede tener más crímenes violentos que en todo un año de la realidad del país referido.

Y eso es así porque, fundamenta Fuentes, "aunque la actual novela negra sea idónea para expresar el malestar comunitario, para reflejar las inquietudes y temores de la sociedad y denunciar sus taras (...), no puede limitarse a ese propósito. (...) Pero si un texto solo es social, pero perderá su interés cuando hayan desaparecido los intereses sociales que lo inspiraron y no tardará en amarillear".

Coincido con el colega Eugenio Fuentes en que, por fortuna, hay (y cada vez más) escritores de novela negra a los que: "Más que los bajos fondos del corazón y priorizan, antes que el mensaje ideológico, la solidez y coherencia de los personajes (...) y la construcción de un relato que refleje la naturaleza humana desde sus más profundas raíces y en todas sus dimensiones con todos sus intereses (...) y con todas sus incógnitas...".

Y al final, concluye Eugenio Fuentes con una afirmación que deberíamos suscribir todos los artistas, incluidos, por supuestos, los que hemos escrito novela negra y pretendido reflejar los dramas de la condición humana en nuestras sociedades: " Subordinarse a una doctrina es tratar de encerrar en un redil la inconmensurable riqueza de la novela, este prodigioso género literario que desde el siglo XIX nos ha dicho de todas las formas posibles, en todos los lugares, de qué materia estamos hechos y ha mostrado, mejor que ningún otro (discurso), la infinita variedad de motivos, pasiones, grandezas, debilidades, humillaciones, ofensas, amores, odios de un millón de personajes, las pasiones que todo el mundo conoce y ha sentido alguna vez y quiere saber lo que también han sentido alguna vez y quiere saber lo que también han sentido otros al sufrirlas". Santa palabra, habría dicho un trovador cubano. En fin, este es un libro no solo sobre libros que vale la pena distinguir en ese hormiguero de textos que hoy nos acechan.

Los bajos fondos del corazón. Las emociones de la novela negra

Eugenio Fuentes

Tusquets, 2024

384 páginas. 21 euros


El Pais. Babelia nº 1.683 Sábado 24 de febrero de 2024


lunes, 4 de marzo de 2024

Todo sobre Stephen King, la enciclopedia del rey del terror

Bev Vincent publica en español el mayor compendio sobre la vida y obra del escritor, de quien se declara admirador, incluyendo fotografías inéditas de juventud

Laura Fernández, Barcelona

Un fan de Stephen King que tenga la fortuna de dejarse caer por Bangor (Maine, EE UU), debería saber que puede subirse a un autobús y recorrer durante tres horas, los principales escenarios de algunas de sus novelas. Pero no solo de sus novelas. Pero no solo de sus novelas. Porque de la misma manera que la ruta pasa junto a la estatua de Paul Bunyan -el enorme leñador que posee el payaso Pennywise en la novela It-, lo hace junto a la lavandería en la que el escritor trabajó después de la universidad, cuando las cosas aún iban francamente mal y él y Tabitha, su mujer, tenían ya dos críos. En el rey del terror -y ahora también del noir sobrenatural-, vida y obra son una misma extraña y apasionante cosa, como demuestra el exhaustivo trabajo de Bev Vincent, el más que ilustre fan de King, autor desde 2001 de una columna en la que radiografía al escritor llamada Stephen King: News from the Dead Zone. En 2022, coincidiendo con el 75 cumpleaños de King, Vincent publicó además un libro ilustrado que repasa su trayectoria y que la editorial Cúpula acaba de editar en español.

Su título, Stephen King. Una gran celebración de la vida y la obra del gran maestro del terror, podría sustituirse por el más simple. He aquí todo lo que siempre quiso saber sobre King, una colección de las piezas que exploran la figura de King, siempre un tanto esquiva ante la prensa. Incluye fotografías en las que se ve al pequeño King amorrado a un biberón, o sonriendo, junto a su hermano, en un jardín con casa de fondo, con seis años. Hay también algunas nunca vistas, como la que le sitúa en Stratford, Connecticut, con un puñado de amigos que podrían pasar por los amigos que podrían pasar por los amigos de El cuerpo, el relato en el que se basó la película Cuenta conmigo (1986), de Rob Reiner. El libro detalla, un tanto sucintamente, sus primeros años -cómo su padre se fue de casa cuando él tenía dos años y su hermano, adoptado, uno más, y cómo su madre los crio sola, a veces yendo de acá para allá-, pero sobre todo sumerge al lector en su obra y en cómo de íntimamente está relacionada con su siempre nada ostentosa vida.


Stephen King, en 2021 en Maine. / Philip Montgomery (Contacto)


"Podría decirse que soy el equivalente literario de una Big Mac con patatas", cuenta Vincent que dijo en una ocasión King y que probablemente jamás se ha arrepentido tanto de algo. Después de aquello, Harold Bloom, el crítico e instigador del "canon occidental", un personal listado de filias que se dio por universal, lo despreció abiertamente, asegurando que no había nada de "dignamente estético" en su escritura y que sería recordado "como un fenómeno sociológico". Y siendo aún más cruel, apuntaló "una imagen de la muerte del lector literato". Bloom enfureció ante el primero de los reconocimientos descaradamente "literatos" que recibió King -la medalla de la National Book Foundation, en 2003-, al que seguirían más -la Medalla Nacional de las Artes, en 2011, y el PEN American Library Service, en 2018- en la presente etapa hiperrevolucionaria y revolucionada de su carrera- sigue produciendo una cantidad ingente de páginas por año, aun ritmo de al menos 10 diarias, que escribe entre las nueve y la una del mediodía-.

Vincent recorre cronológicamente en su enciclopédico volumen esa carrera, deteniéndose en cada novela y hasta en el libro que le dedicó a la temporada de 2004 del equipo de los Red Sox; sí, King es un gran fan del béisbol y no es mala idea pasar por el campo en día de partido si lo que se quiere es acabar con un ejemplar de sus libros firmado. El libro deja que sea el propio King quien hable, algo poco frecuente porque el escritor no acostumbra a conceder entrevistas. Su fama es tal que si lo hiciera, dice, no haría otra cosa. Tampoco es que haya hablado con Vincent sobre sus libros. Como un personaje del propio King -como una nada terrible Annie Wilkes, la fanática protagonista de Misery, de quien, por cierto, se cuenta su origen, en el que hay una mezcla de Dostoievski, Evelyn Waugh y una pesadilla en un avión-, Vincent recopila y ordena declaraciones y puntos de fuga, componiendo un gabinete de curiosidades totémico. Están ahí sus poemas mecanografiados, entre ellos, el poema del que salió su villano recurrente Randall Flagg. También sus páginas manuscritas, porque escribe a mano a menudo, sobre todo después del accidente que casi le costó la vida.

El volumen da cuenta también del músculo de su entusiasmo narrativo: todos esos manuscritos acumulados, cómo su cerebro desencripta la realidad en clave terrorífica, o lo que ocurrió cuando fue a recoger el coche al mecánico y decidió que el ruido que hacía el puente que cruzó caminando lo había hecho una criatura espeluznante (Pennywise), o cuando simplemente se preguntó qué pasaría si el cuentakilómetros de su coche empezara a ir para atrás (Christine). Pero también subraya su influencia en la cultura popular. Aquellos que sepan de King por sus tuits -su batalla contra las armas, Trump o transfobia, o la generosidad con la que cambia la vida a todo aquel escritor debutante al que lee si le gusta- tal vez no tengan idea de cuánto de motor ha supuesto para el sector editorial. No solo se adelantó con el audiolibro y el ebook o trató de resucitar la novela por entregas La milla verde; es que fue el primero en compartir un relato inédito en internet.

Montó una banda con Amy Tan y otros escritores, The Rock Bottom Remainders- que fue de gira por pequeñas ciudades- compró una emisora local para que el rock -con el que tiende a escribir- no abandonara nunca las ondas y también para hacer programas con su mujer, a la que nunca deja de agradecer haber estado siempre ahí siempre, incluso en los momentos en que podía escribir novelas de 400 páginas sin recordar haberlo hecho porque bebía y se drogaba demasiado; llegó a pesar 107 kilos y a fumar tanto que el médico le aseguró que estaba en "territorio de infarto" y, como respuesta, él escribió Maleficio.

Papá Noel de Haloween

King creó su propio sello, Philtrum Press -diseñado por un compañero de universidad-, y se rumorea que su casa en Bangor -la de la puerta forjada en hierro y murciélagos, que se abría por Halloween, lo que le convertía en, dice, "el Papá Noel de Halloween"- será una residencia de escritores tarde o temprano.

El festín del libro monumento de Vincent es inacabable en este tipo de inesperados y desconocidos detalles, como lo ha sido, desde el principio, el entusiasmo con el que King devuelve al mundo todo aquello que la lectura le dio de niño, cuando la vida que imaginaba era infinitamente superior a lo real. Un magnánimo entusiasmo que acabará cuando él mismo se acabe. "Sabré cuándo ha llegado la hora: o me desplomaré sobre mi mesa o se me acabarán las ideas. Lo que no quieres es avergonzarte a ti mismo. Mientras crea que sigo haciendo un buen trabajo, no me veo parando", ha dicho el escritor, que si ostenta algún tipo de récord de adaptaciones cinematográficas es también porque, hasta hace un mes, y desde el principio, vendía los derechos de sus relatos por un dólar a jóvenes promesas, estudiantes y aspirantes a cineastas que, como el propio Bev Vincent, acaban un día por convencerle de que son dignos, en cuanto a pasión por lo que hacen, de su Dollar Baby Program. La pasión, siempre.


El Pais. Cultura. Sábado 3 de febrero de 2024