domingo, 30 de octubre de 2022

La histórica gesta de un apátrida


La Victoria, que culminó la circunnavegación en 1522, por A. Ortelius. PICTORIAL PRESS LTD / ALAMY


 POR BERNAT CASTANY PRADO

Fernando de Magallanes lleva cinco siglos ocupando un lugar destacado en el panteón invisible de los apátridas ilustres. Perseguido por el rey Manuel de Portugal, del que se desnaturalizó por sentirse mal recompensado, y marginado por los marineros y cronistas españoles, que le atribuyeron todo el protagonismo a Juan Sebastian Elcano, su figura siempre ha fascinado a aquellos que prefieren ver a la especie humana en su conjunto como la protagonista (y en demasiadas ocasiones villana) de una historia cosmopolita, en contraste con aquellos que insisten en erigir a su propia patria en la heroina de sus rosadas epopeyas nacionales.

Como Colón, Vespucio, Mártir y tantos otros extraterritoriales, por user la expresión de Steiner, Magallanes tuvo que seguir navegando después de muerto entre los riscos de las historiografías nacionales hasta aportar, finalmente, en la ensenada de la historia. Tuvo la suerte de contar con la deliciosa pluma de Antonio de Pigafetta, cuyo Primer viaje alrededor del mundo es, junto a Naufragios, de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, y La historia de un viaje a la tierra de Brasil, de Jean de Léry, una de las crónicas más apasionantes de aquella época. El humanismo cosmopolita de Stefan Zweig le ayudó a cruzar las ensangrentadas aguas del siglo XX. Y hoy, cinco siglos después de su innecesaria muerte en Mactán, Isabel Soler, profesora de la Universidad de Barcelona y autora de libros fundamentales como El nudo y la esfera (2003), Los mares náufragos (2004), Derrota de Vasco de Gama (2011) y El sueño del rey (2015), hincha de nuevo sus velas con este Magallanes & Co., una historia de la gesta magallánica tan fastuosamente documentada como bien narrada. Pues lo cierto es que la aurora ha logrado construir, al mas puro estilo de la mejor historiografía inglesa, un relato trepidante que el lector no podrá dejar de devorar.

Porque esta la admiración que causa la imperturbable constancia de Magallanes en esa aventura anterior a la aventura que fueron los preparativos y las negociaciones del viaje; el placer que producen las enumeraciones heteróclitas de la infinidad de personas, alimentos, instrumentos y mercancías que llevaron consigo unos barcos que tenían mucho de Wunderkammer, el asombro que despiertan las incontables costumbres que Ma- gallanes y sus hombres conocieron en aquel mundo en el que la alteridad no había sido todavía borrada del mapa; el horror que provocan las masacres portuguesas en Goa o Malaca, que no deben mucho que envidiar a la matanza del Templo Mayor capitaneada por Pedro de Alvarado en 1520 o los padecimientos del hambre, la sed y el escorbuto durante los 18.000 mil kilómetros de travesía del mal llamado océano Pacifico; la simpatía que despierta un Pigafetta curiosa, abierto y humano, que llegará a entablar una amistad casi mellvilliana con un indígena patagón que la expedición había llevado consigo; la indignación que nos provoca la ejecución de Anton Salomon, condenado por haber mantenido relaciones homosexuales con el grumete Antonio Genovés, quien acabó suicidándose debido a las burlas del resto de la tripulación; y el placer que genera comprender las principales caracteristícas de la geopolitica mundial del momento, en la que hunden Sus raíces las sístoles y diástoles de la globalización contemporánea.

Todo esto y mucho mis encontrará el lector en un libro escrito con un estilo trepidante, irónico y documentadísimo. Un libro, en fin, que parece haber sido escrito a medio camino entre Una taberna del puerto de Sevilla y la Casa de la Contratación de Indias, y que sólo podía narrar de este modo alguien que ha bregado durante varias décadas en los tres océanos de la historia marítima mundial.




Magallanes & Co. Isabel Soler 

Acantilado, 2022

484 páginas. 26 euros

      


EL PAIS, SABADO 9 DE JULIO DE 2022 BABELIA 

sábado, 29 de octubre de 2022

La lista maldita

TRIBUNA LIBRE / JORDI GRACIA


La maldición de las listas tiene su parte buena: permite identificar no solo aquello que pesa en el criterio del presente, sino también aquello que ha ido difuminándose en la memoria como obra excelente o singular o, incluso, excepcional, pero barrida ya por la sucesión de los días y los títulos. No ha pasado algo distinto con la votación de los 10 títulos mis citados entre los 100 críticos, autores, periodistas y afines. Al historiador literario le estimula mucho más el recorrido caprichoso y tentativo por una lista en la que aparecen títulos que sin conquistar los primeros puestos han sido relevantes en los 20 primeros años del siglo XXI.  

Es llamativo que Sergio del Molino figure en el penúltimo lugar -el 99º- con La España vacía, que ha cambiado el lenguaje de la política y hasta puede haber impulsado candidaturas que encontraron una acuñación verbal que expresase su desolación civil (aunque también un conmovedor libro suyo esté por encima, La hora violeta). Pero es muy visible el peso del presente inmediato en algunos de los 10 más votados, y quizá por eso puedan vivir una distinta valoración dentro de 20 años, con una nueva lista en la que no estaremos ni la mitad de los que hemos votado hoy. Es improbable para este lector que en esa lista de hits de los 20 primeros años del siglo XXI vaya a estar Un amor, de Sara Mesa, o El infinito en un junco, de Irene Vallejo, siendo la primera una buena novela y el segundo un ensayo lleno de amenidad y veracidad autobiográfica. Tampoco es fácil imaginar un futuro en el que perdure entre los10 primeros En la orilla, de Rafael Chirbes (pero puede que si Crematorio); quizá cambie también de lugar El mal de Montano, de Vila-Matas, y en cambio resulta hoy menos probable que caigan de forma ostensible dos autores irrefutables de las letras del siglo XXI como son Javier Marias y su excepcional Tu rostro mañana (junto a Los enamoramientos y Berta Isla muy arriba) y Javier Cercas con una novela que compite a brazo partido con la historiografía profesional (Anatomía de un instante) y un libro que cambia el rumbo de la ficción con una legión de imitadores, Soldados de Salamina.

El recorrido por la parte cade vez más oscura y más baja de la lista trae notabilísimas alegrías sobre la elasticidad lectora del gremio, La pluralidad de géneros, de lenguas (Margarit, Jaume Cabré, Manuel Rivas, Saizarbitoria, Irene Solà, Sergi Pàmies) y de edades destila el valor efectivo de una cultura humanistica independiente de la rentabilidad comercial de los títulos y de las modas. Los diarios tienen un hito que jamas superará nadie desde que se publicó el de Ana Frank, pero comparecen en la lista de forma decorosa tanto Andrés Trapiello Como Iñaki Uriarte (pero también Clavícula, de Marta Sanz, o Paul B. Preciado), aunque apenas nadie se ha acordado -ni siquiera yo mismo- de autobiografías y memorias que han sido uno de los géneros que el siglo XXI ha anclado a los hábitos de lectura del español de librería y de kindle (y solo al final comparece una estupenda biografía, la que dedicó Isabel Burdiel a Isabel II). Los primeros ensayos de fuste aparecen en los lugares 15º y 18º pero en ningún caso invita ese lugar a la melancolía, Sino mis bien lo contrario: la historia Como profesión civil rara vez conquista una hegemonía que incluso podría ser tóxica. Pero esos dos glardes libros de Álvarez Junco y Santos Juliá, Mater dolorosa e Historia de las dos Españas, respectivamente, contribuyeron de forma efectiva a consolidar una visión antisectaria y también limpiamente progresista de un pasado que nunca acaba de pasar del todo.

Que El dia del Watusi figure en el lugar 20º de la lista es otra virtud feliz de las listas largas y llenas de sorpresas imprevistas (las malditas son solo las short lists) que puedan animar a un lector nuevo o a uno antiguo a sumergirse en esa extensa novela de un autor muy muy prematuramente desaparecido como Francisco Casavella. La ingente cantidad de lectores de Almudena Glandes se sentiré mal representada en los lugares altos de la lista, con la memoria demasiado fresca de su reciente fallecimiento, de la misma manera que las novelas de Antonio Muñoz Molina penan en zonas bajas pagando quizá el precio de su precocidad literaria, más asociado a la literatura del siglo XX que a la del XXI. Quizá por la misma razón Enterrar a los muertos, de Ignacio Martinez de Piston, figura en el lugar 57º, y verlo ahí da casi dolor por la calidad del libro, mientras un excepcional poemario Como Metales pesados, de Carlos Marzal, viaja hasta el puesto 85º, o una descarnada y sentimental novela como Ordesa, de Manuel Vilas, se sitúa en esa misma zona.

Nadie sabe nada sobre el futuro, pero entre los 100 de hoy estarán sin duda algunos de los libros que seguirán leyéndose cuando ya no estemos, junto a aquellos que ya tampoco nadie discute hoy, ni es probable que los discutan mañana: Javier Marias y Javier Cercas.   


Babelia El Pais, sábado 15 de octubre de 2022


  

miércoles, 26 de octubre de 2022

Autorretrato de verano en Brasil

PALOS DE CIEGO


Por Javier Cercas

Durante un viaje a Brasil -Paraty, Rio de Janeiro y Sao Paulo- dije en publico una serie de cosas que no veo por qué no voy a repetir aquí en privado, en esta columna que a ratos, más que una columna, parece un diario íntimo en público.






Ilustración de Gabi Beltran

Lo primero que dije es que soy un escritor posmoderno. Esto, cuando yo empecé a escribir, se decía con orgullo; ahora se dice con la boca pequeña o no se dice (o se esconde). El posmodernismo parece batirse en retirada en todos los frentes. Aquí y allá se le acusa de frívolo, de relativista, de meramente lúdico; me parece Una acusación injusta: es verdad que para los malos posmodernos el arte es solo un juego, pero para los buenos es un juego donde uno se lo juega todo. Así que no sé a qué viene tanta vergüenza. La posmodernidad en general no es una reacción contra la modernidad, sino su último o penúltimo avatar, si acaso, es una irónica reacción contra algunos clichés del modernism, que viene a ser el nombre anglosajón de las vanguardias, y, por eso mismo,  la última o penúltima vanguardia. En cuanto a la posmodernidad narrativa, si es aquella que procura no perder nunca de vista las seis propuestas para el próximo milenio formuladas por Italo Calvino -levedad, rapidez, exactitud, visibilidad, multiplicidad, consistencia-, y la que busca su origen inmediato en la obra de Jorge Luis Borges y su origen remoto en la segunda parte del Quijote, que a ratos no parece escrita por Cervantes sino por Dios, entonces yo sigo sintiéndome a gusto en ella. Dicho esto, añadiré que mis primeros libros parecían casi prototípicamente posmodernos novelas algo humorísticas, fantásticas, ultraintelectuales y ultraliterarias, que por lo demás solo leía mi madre y quizá alguna de mis hermanas. No es que mis novelas posteriores, las que han tenido más lectores, sean muy distintas, pero lo cierto es que, a medida que las escribía, creí descubrir dos cosas aparentemente ajenas a la estética posmoderna y que, para mí, más que contradecirla, la complementan. La primera cosa que descubrí, o que creí descubrir, es que el pasado es una dimensión del presente, que nunca termina de pasar, que siempre esté aquí, con nosotros, y que por tanto es indispensable para entender la realidad; de ah que, a diferencia de los primeros que escribí, edemas de hablar del presente, esos libros hablen del pasado, o más exactamente de la peculiar relación que une el pasado y el presente. La segunda cosa que creí descubrir es que lo colectivo es una dimensión de 10 individual, y que por tanto no hay forma de entendernos a nosotros sin entender a los otros; de ahí que, a diferencia de los primeros que escribí, esos libros no desdeñen los asuntos políticos, o incluso se centren o parezcan centrarse en ellos.

DE POLÍTICA TAMBIEN HABLÉ en Brasil, inevitablemente. Dije entonces que, en mi opinión, un político es lo contrario de un escritor (o de un novelista), y que por eso los buenos políticos suelen ser tan malos escritores, y los buenos escritores, tan malos políticos. Un buen político toma un problema complejo y lo reduce a sus lineas esenciales para solucionarlo por la vía mis sencilla y más rápida; un buen escritor, en cambia, toma un problema complejo y lo vuelve mas complejo todavía o (esto solo lo hacen los mejores) convierte en un problema aquello que antes no era un problema para nadie. Un buen político toma una pregunta y le da una respuesta contundente; un buen escritor no hace más que formular preguntas sin respuesta (o con una res- puesta ambigua, contradictoria, esencialmente irónica). Un buen pólitico es un seductor; un buen escritor es un incordio, un rompepelotas o, como dice Vargas Llosa, un aguafiestas. Por eso, durante una roche de Paraty, Juan Gabriel Vásquez comentó que, aunque él opinaba a menudo de política, un escritor fuerza su propia naturaleza cuando lo hace, porque entonces está obligado a apostar, a dar respuestas claras e inequívocas. ¿Qué hace entonces un escritor sin respuestas como yo en una columna como esta, donde, a pesar de tanta intimidad, tanto se habla de política? A eso sí puedo responder: equivocarse. Mi única excusa para seguir haciéndolo es que, además de un escritor, soy un ciudadano, y que sin el ínfimo coraje de equivocarse no existe la gloriosa posibilidad de acertar. 



EL PAIS SEMANAL Nº 1.873. Domingo 19 de agosto de 2012



martes, 25 de octubre de 2022

La Nueve : entre el olvido y el mito.


                   EL PAIS, SABADO 1 DE OCTUBRE DE 2022 BABELIA Nº 1.610

     LIBROS DE HISTORIA

Un estudio sobre la célebre compañía con mayoritaria presencia española que luchó contra Hitler aporta una visión alejada de la hagiografía de los últimos años.


POR MANUEL MORALES

La historia de la Nueve, la compañía dominada por la presencia de españoles que luchó para liberar Francia de los nazis y entró en Paris la noche del 24 de agosto de 1944, se ha contado, novelado y llevado al cine, pero Banda de cosacos, del profesor Diego Gaspar Celaya, historiador de Contemporánea en la Universidad de Zaragoza y estudioso del exilio español, no es solo un relate pormenorizado de lo que vivieron aquellos hombres, sino también un intento de ajustar los hechos a la realidad, "con matices" y "mirada crítica". Gaspar Celaya revise las biografías de los miembros de la Nueve para señalar algunos errores a los que ellos mismos contribuyeron y, quizás entre lo mas significativo de este ensayo, apunta los numerosos "mitos y leyendas" que han brotado "en los últimos 15 años", un "relato hagiográfico" asumido quizás para compensar tantas décadas de olvido.

Ese desprecio comenzó en la propia Francia al día siguiente de la liberación, con el discurso de De Gaulle que cimentó la idea chovinista del exclusivo protagonismo galo: "¡Paris liberado por su pueblo!". En España se hizo el esperado silencio hacia quienes antes habian combatido contra el franquismo. No fue hasta los años ochenta cuando los historiadores a ambos lados de los Pirineos empezaron a reconocer el papel de los españoles.





La Nueve prepara una operación en Paris. EDITORIAL MARCIAL PONS


La Nueve, la 9ª Compañía de la División Blindada francesa, se creó en agosto de 1943 en Oran (Argelia) y sumó 360 hombres hasta su disolución al final de la Segunda Guerra Mundial. De ellos, 181 fueron españoles, con una edad media de 27 años; refugiados que habían luchado en la Guerra Civil y sufrido después "los campos de la vergüenza" en las playas de Francia, en barracones infectos tras cruzar la frontera por la derrota republicana. Sin embargo, la Nueve también contó con alemanes, portugueses, rusos,chilenos, entre otras nacionalidades...

Fue el inicio de la Guerra mundial, con la movilización forzosa de esos refugiados, lo que hizo empuñar de nuevo las armas a los españoles contra el nazismo. Ese fue su gran motivo, el ideológico, pero Celaya analiza otros condicionantes y razones, decide los personales, económicos O "la venganza contra los alemanes", que tanto habían ayudado a Franco.

El libro señala los escenarios en los que batalló la Nueve, a cuyo frente estuvo el capitán frances Raymond Dronne, muy unido a sus "cosacos", como se los conocía. Entre estos episodios se intercalan breves biografías de los soldados y apuntes autobiográficos. El autor incluye en su estudio datos como sus lugares de origen, edad, ocupación, estado civil, así como sus vaivenes previos de unas unidades a otras, probablemente las páginas mis complicadas de seguir. Al final del libro se incluyen dos interesantes anexos: uno con sus fotografías y un "histórico de efectivos de la compañía", un listado por orden alfabético, del balear Bartolomé Abbes al gallego Santiago Zubiella.

Los últimos capítulos del libro rememoran la emocionante llegada al Ayuntamiento de Paris mientras repicaban las campanas. Son las conocidas estampas de vehículos militares con hombres Como Teruel, Brunete, Guadalajara II o Santander: Sin embargo, aún restaban unos meses más de guerra y la frustración por comprobar cómo la liberación acabaria al norte de los Pirineos. Los españoles de la Nueve confiaban en que Franco seria el siguiente en caer ayudados por los aliados.  Un deseo no cumplido. 




Banda de cosacos

Diego Gaspar Celaya

Marcial Pons, 2022

416 páginas. 32 euros