viernes, 30 de abril de 2021

¿Qué es la vocación literaria?

Es una anomalía vital, un íntimo y voraz incendio, terrible y encantador, capaz de convulsionar su objetivo

Por Javier Gomá Lanzón

POR DE PRONTO, una anomalía vital. En la mocedad, cuando uno vive en proyecto y todas las opciones existenciales permanecen abiertas, la vida ofrece, como una baraja extendida sobre el tapete, una exuberante variedad de posibilidades humanas: podemos soñar con ser actor, campeón de tenis, científico o explorador, o una combinación lujosa de todas ellas. Tener vocación literaria significa comprobar que de las mil posibilidades humanas, sólo una, una nada más, de una forma espontánea y sorprendente para uno mismo, absorbe por entero las anfractuosidades de una personalidad en origen plural y compleja, y activa en esa muy específica dirección todas las facultades intelectivas, volitivas, sentimentales y hasta corporales del sujeto rehén de la musa, ejerciendo sobre él una tiranía de sátrapa oriental. Sin duda, un objetivo y casi diría bárbaro empobrecimiento de la prodigalidad vital, por un lado. Pero por otro, una formidable concentración de energías que, sostenidas en el tiempo, tras años de obstinada fidelidad, proporciona a ese condenado a las galeras una íntima familiaridad con la emoción que un día lo arrasó todo dentro de sí y todavía lo sostiene, así como con ese haz desordena- do de entrevistas intuiciones y formas que la ola emocional originaria trajo consigo.

La vocación es una manía numinosa que se moviliza imantada por una fascinación magnética —mysterium fascinans—, pero que exige a cambio una devoción exclusiva, no compartida, que excluye fáusticamente —mysterium tremens— el amor por cualquier otra cosa en el mundo. Pues en efecto si hay algo claro sobre la vocación es su tendencia al totalitarismo, que practica rapiñando en el interior de su presa para instrumentalizar todos los campos de la subjetividad afectada, pensamientos, experiencias y afectos, devorándolos con voracidad insaciable. La vocación suministra una inigualable intensidad a la existencia, crear la apariencia de trocar el azar por la necesidad en la propia biografía derramando sobre ella una lluvia de “sentido”, pero a precio de

“Es literaria la vocación del artista cuando éste es arrastrado por el movimiento de fijar su emoción por escrito”. Foto: Ferdinando Scianna / Magnum

que todo lo demás no lo tenga o lo tenga como ocasión para una confirmación de esa emoción primera, omniabarcante y omnipresente. Y como el hombre de vocación sabe que ese especialismo vital suyo es comparativamente exagerado y aun monstruo- so, finge ante el mundo una afectada normalidad de buenos sentimientos y buena ciudadanía que en el fondo no conoce ni comprende. Y como, por añadidura, lo habitual es que entre el nacimiento adolescente de la violencia de la emoción y el momento de darle serenamente forma, la madurez ca- paz de convertirla en obras literarias bien acabadas, se abra un considerable lapso de tiempo, ahí tenemos a ese hombre preñado de vocación soportándose malamente a sí mismo y sobrellevando su extraña gravidez en el lento rotar de las estaciones, un año tras otro, abandonado a la más perentoria y solitaria ansiedad.

En esto se observa hasta qué punto constituye un error y un monumental malentendido de la verdadera esencia de la vocación literaria esa propensión romántica a enaltecer la originalidad y la excentricidad del artista, en suma, su vida como radical anomalía, porque siendo ya la vocación la más extremosa de las anomalías vitales, la tarea del artista genuino no consiste en alentar una pulsión que de suyo es bárbara e imparable- mente expansiva sino, por el contrario, en arreglárselas de alguna manera para, en expresión de Thomas Mann, mantener los perros en el sótano y no permitir que s enseñoreen de la casa entera. El artista no necesita ayuda para inflamar todavía más el incendio íntimo que le consume sino para frenar su onda abrasiva, templarla y mantenerla en unas proporciones humanamente vivibles y civilizadas.

Es literaria la vocación del artista cuando éste es arrastrado por el movimiento de fijar su emoción por escrito. Es una compulsión que sobreviene a las personas cuya abstracta pasión los ha distraído de las ocupaciones más prácticas de la vida. La tradición los presenta muchas veces como pastores que vagan por el campo. Moisés pastoreaba el rebaño de Jetró, su suegro, cuando llegó al monte Horeb y allí tuvo la visión de una zarza ardiente que le hablaba (Éxodo 3); Hesíodo se hallaba al pie del monte Helicón apacentando sus ovejas cuando se le acerca- ron las Musas y le dieron un cetro que lo consagraba como poeta (inicio de la Teogonía). La primera escena pone el acento en el aspecto ígneo, quemante, de la vocación, mientras que la segunda destaca más bien la gracia y el encantamiento que también le son propios. En ambos casos, la epifanía poética conduce a una misión: la de crear un documento definitivo (Pentateuco, Teogonía). Todo el afán del poeta es entonces ordenar esa verdad que ha visto y sentido y dotarla de una forma perdurable, arrebatada en un acto de violencia al caótico devenir de la fluente experiencia humana; y en la labor de aplicar morosamente la forma a la obra —verso a verso, párrafo a párrafo—, crear un producto final en el que la verdad allí enunciada quede por siempre disponible para uno mismo y para los demás. Este último momento de sociabilidad literaria es esencial a la vocación: de igual manera que, como mostró Wittgenstein, no existen los lenguajes privados, tampoco es pensable una obra literaria privada. Crear es siempre un acto de comunicación.

Ésta es mi manera de entender la filosofía, una de las varias vocaciones literarias posibles. Así es como yo la vivo, la comprendo y me comprendo a mí mismo. Una precisión importante: vocación no arguye genio ni talento. Hay vidas extenuadas por una intensísima vocación pero artísticamente estériles, incapaces de producir nada de mérito. Con mucha probabilidad la devoción de Salieri por la composición musical no sería menor a la de Mozart, ni su ansia por producir algo inspirado, realmente grande. Su vocación era pareja, pero sus resultados no.



EL PAÍS BABELIA  Nº 962 01.05.10

viernes, 23 de abril de 2021

Diez años después

Si diez años después te vuelvo a encontrar
en algún lugar,
no te olvides que soy
distinto de aquel pero casi igual
Si la casualidad, nos vuelve a juntar 10 años después
algo se va a incendiar, no voy a mostrar mi lado cortés
Aquello fue un gran punto de partida
pero a la vez que facil se te olvida
diez años después quien puede (quiere) volver atrás
Estamos en la tierra cuatro días
y el cielo no me ofrece garantias
10 años después mejor volver a empezar.
Si tu credulidad, se deterioró, en algún lugar
no te olvides que soy, testigo casual, de tu soledad
Si 10 años después, no estamos igual, que le vas a hacer
otros 10 años más, y luego empezar, juntos otra vez
Aquello fue una linda primavera
pero fue solamente la primera
10 años después el tiempo empieza a pesar
Me quedan balas en la cartuchera
pero te guardo siempre la primera
10 años después mejor reir que llorar.
Una carta te di, que nunca escribí, que nadie leyó
hoy, 10 años después, todo sigue igual, nunca te llego
dentro del corazón, al día de hoy, no queda lugar
Si perdí la razón, no fue por amor, fue por soledad
La vida es una gran sala de espera
la otra es una caja de madera
10 años después, mejor dormir que soñar
No se pude vivir de otra manera
porque si no la gente ni se entera, 10 años después
quien puede volver atrás,

10 años después mejor decir que callar.

Letra de la canción del grupo de música Los Rodriguez

Un 23 de abril de hace 10 años este blog nacía como poco más que un ejercicio de trabajo. A manos de un buen amigo. Bienintencionada herramienta, fruto de su pasión por la literatura, con muchas ganas de mejorar algún mundo (pongamos que el suyo) al menos durante cinco minutos, luego... bueno, luego que se ocupe otro.

Luego, el otro, yo mismo, bienintencionado también, forofo del ambiente literario, lector empedernido e impenitente, aficionado y torpe escritor, triste intento de guionista, me hice cargo del blog, bienintencionados todos.

Este lugar: virtual, fugaz (supuse), esquivo de mis amores debido a otras ocupaciones y deberes varios, dispuse que fuese un bazar, un mercado donde todo cabe. Así, comencé a comentar de forma breve, concisa y jocosa unos cuantos de los libros que he leído y me parecían interesantes, También textos inconclusos. Artículos varios de varios autores. Alguna ilustración temática, o cartel de alguna feria del libro.

Nunca fui pródigo en publicaciones. Aún así, siempre fue, es y será divertido. Me gusta pensar que alguien puede descubrir, leer, encontrar o interesarse por algo nuevo.

Vamos a por otros diez años más.





lunes, 12 de abril de 2021

"El Fugitivo" de Stephen King



Comentarios de libros leídos hace mucho tiempo, escritos hace mucho tiempo. Definitivamente, el tiempo es un factor a tener en cuenta.

La edición española de El Fugitivo, arrastraba el lastre del tiempo transcurrido entre la edición americana (original, primigenia) y la nuestra. Explica en un texto incluido en el propio libro el autor el porqué de todo ello.

Stephen King publicó cinco relatos de ciencia-ficción con el pseudónimo de Richard Bachman, por diversas razones, ninguna de ellas económicas (eso dice), pero uno de los autores más vendidos del mundo tiene problemas para permanecer oculto en la sombra.

Además, sorprendentemente hasta mi propio libro ha sobrevivido a tantos avatares, ha recorrido media Europa, y no dejo de pensar si no habrá algo sobrenatural en ello. Pero no nos desviemos.

De los cinco relatos de ciencia-ficción que publicaron con el nombre de Richard Bachman hasta la fecha de publicación de El Fugitivo en España, hay otros dos: 1977 - Rabia (Rage),1979 - La larga marcha (The Long Walk), 1981 - Carretera maldita (Roadwork), 1982 - El Fugitivo (The Running Man), 1984 - Maleficio (Thinner). Para mi, el mejor, con diferencia, es El Fugitivo. Aunque Rabia es una autentica realidad en el país de Stephen King, y Maleficio entra directamente en un proceso mágico. El Fugitivo reune elementos de un posible futuro y por supuesto en una narración tremenda, agónica y creíble. 

Fantasía cuasi post-apocalíptica, con el mundo en manos de auténticos locos lanzados de lleno a cargarse el planeta, obviando la contaminación y centrandose en el control televisivo de la población, literalmente. En el libro explica que "todos los hogares tienen que tener televisión, aunque no era obligatorio tenerla encendida tan solo por cinco votos del Congreso". La televisión se encarga de eliminar de forma sistemática y legal a todas las personas que aún tienen algo de educación y/o capacidad de actuar contra las empresas y fábricas que matan al mundo. La acción transcurre en el año 2025 y no anda muy desencaminado.

Los números de los capítulos tienen un orden descendente, y el protagonista, Ben Richards, descubre poco a poco, que es mejor de lo que él nunca pensó. 

No quiero contar nada importante, es un libro breve. Eso sí, me niego a hablar de la película que perpetraron, tan solo para decir que no tiene NADA que ver con el libro, ah si, el nombre del protagonista, nada más.

Título original: The Runing man, publicado por The New American Library. Inc, New York

El Fugitivo

Richard Bachman (Stephen King)

Ediciones Martínez Roca S.A. , 1986