lunes, 16 de mayo de 2022

El arte de estrujar la realidad


CRITICAS LIBROS


El Museo del Jamón, en Madrid, Martine Franck (magnum photos / contacto) 

NARRATIVA
Las ficciones de Jorge de Cascante, autor entroncado con la tradición del absurdo, son un torbellino de aire fresco en el panorama literario actual

POR MERCEDES CEBRIAN

El nombre de Jorge de Cascante (Madrid, 1983) suena a menudo como editor y antologo de libros dedicados a escritores y cómicos españoles que merecían un rescate. Así, Gila, Gloria Fuertes y otros han pasado por las manos y los ojos entusiastas de Cascante. Pero De Cascante es también escritor de ficciones breves, como ya tuvimos ocasión de comprobar en Hace tiempo que vengo al taller y no sé a lo que vengo (2017). En esta ocasión nos trae nuevos relatos en un volumen de título menos zarzuelero, pero más inquietante: Una ciudad entera bañada en sangre humana.

Las ficciones de Cascante han pasado algo inadvertidas para la crítica literaria, y me aventuro a decir que una de las razones es que gran parte de las referencias que aparecen en ellas proceden de películas comerciales, programas de televisión, epicentros del consumo como Supersol o Carrefour, y, especialmente, elementos con una gruesa pátina ibérica como el Museo del Jamón, la cadena de cafeterías Rodilla o el Cobrador del Frac en horas de servicio. Estas dosis altas de costumbrismo podrían echar atrás a algunos lectores, y sería una lástima, pues se perderían a un autor entroncado con la tradición del absurdo y con autores vinculados a las vanguardias y al humorismo de la generación del 27 como Gómez de la Serna, Jardiel Poncela o Tono.

Divididos en tres secciones —Disciplina, Equipo y Sacrificio—, los relatos son en su mayoría breves; algunos son microrrelatos emparentados con los aforismos que publica De Cascante en su cuenta de Twitter, y que sirven como puerta de entrada a su estética junto al prólogo, titulado '¿Podría una persona deprimida escribir este libro?', en el que desgrana su poética. En este prólogo, De Cascante abre una mirilla que nos permite asomarnos a sus intenciones literarias y, en definitiva, a su manera singular de mirar el mundo. Si De Cascante fuese pintor sería un epígono del Bosco, de Goya en sus Disparates y de George Grosz; por su facilidad para crear seres imposibles y para sacarle los colores a la realidad urbana en sus aspectos más delirantes y grotescos.

Escritas a menudo en primera persona y en un registro coloquial, las narraciones fingen ser textos testimoniales o al menos realistas, para, enseguida, hacernos reparar en que el autor nos está guiando por senderos propios de la ficción especulativa. Si bien algunos lectores le atribuyen un interés por "amplificar la realidad", a su juicio en sus textos logra más bien rebajarla: "La realidad, tal cual nos llega a diario, es insoportable para bien y para mal, no se puede asumir, hay que editarla hasta la extenuación", afirma en el prólogo. Asimismo, en el texto introductorio nos anuncia cuáles son los autores que más le han influido en su escritura. En sus relatos podemos leer guiños a varios de ellos, por ejemplo, a la argentina Hebe Uhart. No es de extrañar que César Aira sea otro de los autores que menciona como referencia, pues ambos escritores emplean un flujo narrativo que parece incesante, gracias a la aparición de puntos de giro y personajes a cuál más estrambótico, y ambos parecen encontrarse ante una realidad que los sobrepasa y que solo pueden apresar por medio de su escritura. En definitiva, los cuentos de De Cascante son un grato torbellino de aire fresco en un panorama literario en el que abunda lo testimonial y escasea lo imaginativo.

Una ciudad entera bañada en sangre humana

Jorge de Cascante

Blackie Books, 2022.312 páginas 21 euros. A partir del 9 de marzo



EL PAIS, BABELIA Nº 1.580 SÁBADO 5 DE MARZO DE 2022 

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