viernes, 26 de marzo de 2021

Instrucciones para no morderse la lengua por Juan Cruz

 Darío Villanueva es catedrático, ha sido director de la Academia, generalmente usa corbata, pero en los saraos de antaño era el primero en salir a bailar tras las conferencias sobre el buen uso de la lengua. Para escribir este libro, Morderse la lengua. Corrección político y posverdad (Espasa), también se ha quitado la corbata, y naturalmente no se ha mordido la lengua, como militante "contra la forma posmoderna de la censura que se llama corrección política". Si te muerdes la lengua te envenenas. Pasa en su propio oficio. Un profesor español en Princeton le espetó a un estudiante: "¡A ver si te pones a estudiar y dejas de tocarte los cojones!". Acto seguido el muchacho acudió a la autoridad para denunciar de acoso sexual verbal al maestro, éste fue expulsado por la rectora y tiempo después se suicidó el profesor. Se ha sabido que el maestro francés degollado por un fanático fue atacado a raíz de una mentira de una alumna mahometana que no estaba en clase, pero le contó a su padre que el maestro mostró "de manera ofensiva los famosos dibujos contra Mahoma". El padre fue a un imán con la historia, "lo contó en las redes y al tiempo lo degollaron". La corrección política, dice Villanueva, la ejercía antes un poder político o religioso... "Ahora es parte de una nebulosa de la sociedad, un género se considera autoridad para imponer lo que se puede y lo que no se puede decir. El que no se atenga a esas normas no escritas tiene que atenerse a las consecuencias".

Quevedo avisó, como recoge el académico antes de empezar el libro: No he de callar por más que con el dedo / ya tocando la boca o ya la frente, / silencio avisas o amenaces miedo. "Lo perverso del asunto es que nosotros vivimos en democracia, sabemos cómo fueron la censura de la dictadura y la de la Iglesia, parecía que estábamos vacunados contra ello y ahora sabemos que no es así". En el ámbito del feminismo, en los ochenta la palabra Woman, mujer en inglés, "ya fue rechazada porque en su segunda parte dice hombre... Desde esa idiología de la no identificación de género ya no se puede decir madre sino persona gestante; y en el caso de la propia palabra mujer es más correcto decir persona menstruable... Una señora nos mandó una carta a la Academia exigiendo que se retirara del diccionario la palabra mayormente porque le hacía llorar los ojos. Y dos persona firmaron una misma carta diciendo que hay que retirar el adjetivo racional porque es ofensivo contra los seres irracionales". Enid Blyton está acusada de sexista y racista. Y a Mark Twain lo persiguen por haber escrito la palabra nigger... Al propio Darío Villanueva lo amenazaron por haber glosado en sus lecciones universitarias norteamericanas la parte en la que , en el Lazarillo, la madre de Lázaro se amanceba con un negro ante cuya visión el niño exclama: "¡Negro, coco!" ¿Y cómo combatimos este manto de corrección política? "No aceptándola, no mordiéndonos la lengua... Yo tengo 70 años, y me niego a aceptar que soy de la tercera edad. Yo soy viejo".

Por cierto, ¿y al fin no calló Quevedo? "Era un hombre inteligente, lector de Maquiavelo, dijo aquello de "entre el clavel y la rosa su majestad escoja" y así consiguió que no lo metieran en la trena... pero lo metieron". ¿Y usted, se muerde la lengua? "Por pudor, o por cortesía. Nunca por corrección política". 


El Pais, sábado 20 de marzo de 2021.

martes, 23 de marzo de 2021

Una escuela de contar Barcelona por Juan Cruz

 El temporal de 2020 barrió con su viento horrible dos de las miradas que hicieron de Barcelona protagonista de distintas literaturas, las de Carlos Ruiz Zafón y Juan Marsé, a los que la ciudad quiere más allá de que les dediquen avenidas o barrancos. El autor de La sombra del viento murió en junio y Marsé falleció un mes más tarde. Sus obras explican maneras de ver Barcelona. El novelista de La ciudad de los prodigios, Eduardo Mendoza, que alterna Barcelona con su casa de Londres, dice que esos dos amigos constituyen una escuela de contar Barcelona. Marsé es el fundador..."Sitúa las peripecias de los personajes en lugares que forman parte de su identidad. En Ultimas tardes con Teresa están clarísimos el barrio de los perdedores y el barrio de los ricos, así como el trayecto que va de un barrio al otro. La ciudad, en Marsé, se convierte en escenario y en parte de la trama...En el caso de Manolo Vázquez Montalbán y su Carvalho, él recorre la ciudad con su personaje, lo acompaña por todos los estratos y así incorpora la propia Barcelona a la acción". Mendoza la convierte en un prodigio desde el título..."Después de ellos dos, venimos los que hacemos que la ciudad sea la protagonista, no sólo el escenario y parte de la trama, sino como una persona casi independiente de la propia ciudad. Se invierten los papeles, la peripecia es la de la ciudad y el individuo es el lugar por donde transcurre esta historia urbana. Es lo que intento hacer en La ciudad de los prodigios y lo que hace luego Ruiz-Zafón con la escritura que inicia con La sombra del viento".

Esta saga de miradas coincide, dice Mendoza, "en el momento en que Barcelona es una ciudad por explotar, al menos en castellano. Madrid ya había sido muy trabajada por Galdós, por Baroja; a Barcelona la habían tratado, desde la crónica periodística, Pla y Gaziel... Nuestra generación saca los referentes de Pla y de Mercé Rodoreda, cuando la Barcelona real era un huerto por cultivar". Ahora el que quiera entrar en la Barcelona literaria, para retratarla, lo tiene muy mal, "porque ya no queda ni catedral por contar". ¿Qué tuvo tanta potencia en la escritura de Zafón para convertir su trazo de Barcelona en un fenómeno universal? "Surgió de repente, y no hay manera aún de explicarlo. No hay país del mundo donde no sea el escritor de Barcelona por antonomasia. Tiene un talento natural, pero también un aprendizaje muy bueno, como guionista en Hollywood, como hombre de la publicidad en Los Ángeles, así que tiene todas las técnicas propias de la narrativa moderna. Y luego se encuentra con Barcelona, cuyos alicientes justifican el viaje que excita su propia literatura". Se fueron. Dos miradas para Barcelona. "Dos amigos. Y antes se fue Manolo. Marsé fue la larga conversación de muchos años. Ya es hora de que salgan jóvenes y que nos manden al retiro. No sé que contarán, pero tienen muchas cosas que contar. Yo estoy en tiempo de descuento". Sergio Vila Sanjuán, periodista, escritor, recuerda a su amigo de Zafón prendido del Portal Gaudí, su espacio mayor en la ciudad que él hizo mundial. Ahí está la fotografía de Marsé, su mirada en la Barceloneta. Su hija Berta, novelista, lo recuerda emocionado viendo en el cine a Carmen Amaya bailando para Los Tarantos en el Somorrostro, pero no lo recuerda en la Barceloneta, "entonces los barceloneses vivían de espaldas al mar".


El País, sábado 30 de enero de 2021

viernes, 19 de marzo de 2021

Dentro y fuera de los libros

 Por José Antonio Millán

El libro es un curioso objeto intelectual y material, inscrito a la vez en el tiempo y en el espacio, en los mapas conceptuales de nuestros saberes y en la geografía de nuestras ediciones y lenguas. Esta realidad poliédrica favorece la constante generación de obras que estudian alguno de sus aspectos, hasta tal extremo que los libros sobre libros ya son un género propio en las librerías.

Que el libro no se agota en sí mismo es un hecho claro, y nada lo demuestra mejor que los aparatos destinados a navegar en su interior. Surgidos inicialmente para el estudio de las Escrituras, los índices pronto se convierten en una pieza fundamental en el saber. María Gioia Tavoni, profesora en Bolonia, recorre su historia en su obra Circunnavegar el texto. Los índices en la Edad Moderna. Comienzan como un apoyo privado a una lectura. Las listas de temas y subtemas, de nombres y lugares,  las creaban los lectores con el propósito de recuperar fácilmente los fragmentos de texto que les habían interesado. Los indices crecen y se hacen más precisos con las balizas que roturan las obras: inicialmente, los nombres de capítulos y apartados, luego, la numeración de las hojas y, por último, de las páginas.


El cerebro del niño (1914), óleo de Giorgio de Chirico.

Esos índices personales de la época del manuscrito son a veces copiados y disfrutados por otras personas, de modo que cuando llega la imprenta es lógico que comiencen a imprimirse, muchas veces independientemente de la obra a la que se refieren. Pero no sólo se guían por los contenidos evidentes: en el caso de obras de materia religiosa pueden ayudar a descubrir ideas compremetedoras que el recelo del autor había camuflado. Por este motivo, un índice (!no la obra¡) podía acabar en el Índice... de libros prohibidos. Por último, un índice como el que el pastor Muchon hizo en 1780 para los 33 volúmenes de la Encyclopédie tiene la capacidad milagrosa de restituir al orden de la razón los conceptos que la obra había repartido alfabéticamente en diversas entradas. En el momento actual, cuando el ahorro y la incuria editoriales hacen que se prescinda frecuentemente de este útil aparato, una obra como Circunnavegar el texto recuerda la sutileza y el poder de índice bien confeccionado (como el que cierra este cuidado volumen).

Pero el libro, como objeto material y cultural tan inserto en nuestro imaginario, se puede abrir en un mundo de experimentación. En El libro expandido. Variaciones, materialidad y experimentos, la poeta y profesora Amaranth Borsuk recorre primero las formas históricas que adopta en distintas culturas para desembocar en el auténtico tema de su obra: la expansión del "códice" en reencarnaciones digitales y en manipulaciones artísticas que permiten reflexionar sobre su naturaleza y desbordar sus límites. La experiencia del libro electrónico, en el que objetos del tamaño de libro de bolsillo rebosan de obras, se complementa con las intervenciones poéticas que juegan con el continente y el contenido. Así, aparece el libro-caja o archivo, el libro desencuadernado o recombinante, como trampa o burla de uso, para recordar su identidad a través del extrañamiento y la autorreferencia. Libros hechos de materiales perecederos, que acentúan su carácter efímero; libros que rompen la linealidad, con su contenido accesible de múltiples maneras; libros censurados, de páginas tachadas, o atravesadas de clavos...Cuando los artistas quieren desafiar la cultura heredada no la transgreden creando variantes de muebles o automóviles, sino de libros: el "libro de artista" es un elemento definidor del siglo XX, como presencia constante en cada vanguardia artística, del futurismo en adelante. Poesía y tecnología se dan así la mano en El libro expandido, que contiene una sabrosa antología de citas sobre el libro, y que a través de una cronología, glosario y lista de lecturas complementarias permite poner cerco a una realidad polimorfa.

Emparentado misteriosamente (por la aparición simultánea de estas obras en el mercado) tanto con la baliza textual como con el arte libresco, el bibliotecario e historiador de la edición Massimo Gatta aborda en Breve historia del marcapáginas un elemento indispensable en la apropiación del libro por parte del lector: el señalamiento del punto en el que cesa la lectura. El marcapáginas es el pariente rico del ominoso pliegue de la esquina de la hoja, es la apoteaosis del objeto que el azar dispone para marcar un lugar (incluyendo el dedo del lector). Y puede venir incorporado a la encuadernación (cinta, tira de cuero ricamente adornada) o ser pieza exenta con decoraciones o publicidad (como la mise en abyme del marcapáginas del libro sobre el marcapáginas presente en este volumen). Objeto de coleccionismo, o pieza efímera del comercio y la industria, en esta pequeña pieza se condensa el alto en la lectura como promesa y recordatorio de su continuación. Treinta ilustraciones a color que recorren una rica panorámica de la materialidad de la pieza (¡el lector  la lectura de Bronzino!) complementan esta pequeña, juguetona obra.


El Pais. Babelia Nº 1.522, sábado 23 de enero de 2021



martes, 16 de marzo de 2021

En busca del blanco perfecto

 Por Juan Carlos Galindo

Al tiempo que domina la lista de ventas, la novela negra sigue ganado prestigio. en medio de la pandemia fue un refugio para una industria que cada enero busca el siguiente éxito

Policías de diverso pelaje moral, víctimas no siempre inocentes, detectives frustrados, psicópatas, ladrones y timadores, mafiosos, corruptos, héroes y seres abyectos son algunos de los miembros de la curiosa tropa que toma por asalto las librerías cada mes de enero. El inicio del año se tiñe de negro literario y, con la resaca navideña presente todavía en los estómagos y los bolsillos de los lectores, las editoriales apuestan por un género que se ha convertido en un auténtico refugio. "Desde hace tiempo, el género negro es el más leído en todo el mundo. Su éxito no es fruto del peculiar momento que vivimos, sino que ha ido creciendo con mucha fuerza, y singularmente en España durante los últimos 10 años. Dicho esto, es indudable que el confinamiento total ha alterado los planes de publicación de las editoriales, que no solo han tenido que recortar el número de títulos, sino también dejar para momentos más propicios los más arriesgados, apostando por obras más identificables y seguras. Sin olvidar que la novela negra es uno de los géneros más resilientes, incluso en tiempos de crisis: siempre es altamente reconfortante ver que su línea narrativa parte del caos, pero acaba llegando a una solución y un regreso al orden", sintetiza Anik Lapointe, editora de Salamandra y precursora del género en español desde que dirigiera la Serie Negra de RBA.

Si esto fuera una novela enigma, al Dupin o al Holmes de turno les faltaría una pieza del puzle para explicar por qué este mes y no otro. La respuesta es sencilla: el culpable es el festival BCNegra, que celebra este año del 21 al 31 de enero su decimosexta edición. "Las editoriales se dieron cuenta de que había más actividades, más atención de la prensa y aprovecharon esta pista de aterrizaje para adaptar sus propuestas literarias al evento. Al sacar un libro en enero, este tiene un recorrido de 8 o 10 festivales, algo que en el resto de géneros no ocurre", explica Carlos Zanón, escritor y comisario de BCNegra. "Las colas que se forman cada año -!días laborales incluidos¡- a la entrada de los recintos que acogen los actos de BCNegra simbolizan el éxito de la propuesta", comenta Antonio Lozano, periodista y escritor que acaba de publicar el ensayo Lo leo muy negro (Destino) y que dirige la Serie Negra de RBA. Este año en el que la pandemia ha trastocado todo, esa asistencia masiva de público está descartada, pero la cita barcelonesa resiste, se adapta y se expande imitando al género del que hace bandera. "La cultura es la que ha salvado todo esto, la que nos ha permitido quedarnos en casa, explicar qué está pasando. La industria ha reaccionado bien y rápido", reflexiona Zanón.

La ficción criminal en España -aderezada ahora por un creciente gusto por el true crime, género de larga tradición en otros países y del que este mes tenemos un buen ejemplo en Poli, de Valentin Gendrot (Principal)- es un campo de batalla cruel y diverso en el que la superproducción, la búsqueda como sea del siguiente éxito o la copia de patrones establecidos se alterna con apuestas literarias de calidad -en enero, Seis cuatro, de Hideo Yokohama (Salamandra); Catedrales, de Claudia Piñeiro (Alfaguara), o Tres, de Dror Mishani (Anagrama), por ejemplo-, recuperación de clásicos - Tusquets publica dos novelas del comisario Bärlach, del siempre exigente Friedrich Dürrenmatt; Siruela edita la antología Villanos victorianos en su biblioteca de clásicos, y con Una mujer endemoniada RBA completa la publicación de toda la obra de Jim Thompson-, grandes series- sigue adelante Benjamin Black con su patólogo Quirke (séptima entrega), y no se pierdan al detective canalla Harry McCoy en Hijos de febrero (Tusquets), segunda novela de Alan Parks- y descubrimiento de nuevos talentos- atentos a Romy Hausmann y su thriller Mi dulce niña (AdN)-.

Estos son solo algunos ejemplos de lo que se publica en las próximas semanas en un género inabarcable, con diversas aristas y vertientes que le permiten moverse con rapidez de una tendencia a otra. "Puede que haya novelas que sigan patrones demasiados definidos, pero también surgen constantemente autores con enfoques novedosos. el concepto de novela negra se expande continuamente", reflexiona Fernando Paz, editor de AdN, sello que en sus cuatro años de existencia ha consagrado casi la mitad de su producción al género con autores como Michael Connelly o Tana French. "Es un ente omnívoro que se alimenta de la ficción literaria y tiene múltiples concreciones", resume Lapointe para explicar que, por ejemplo, en las próximas semanas lleguen varias novedades de novela negra histórica, simbiosis que se ha convertido en una de las grandes apuestas del sector: destaca la vuelta del policía militar en tiempos de los nazis Martin Bora en La noche de las estrellas fugaces (Alianza) o El abstemio, de Ian McGuire (Seix Barral).

En busca de la campanada

Una sólida comunidad de lectores, un circuito de festivales, éxitos internacionales..., el pastel es jugoso; la apuesta, arriesgada. "Como ocurre con la literatura en general, las ventas se concentran en unos pocos títulos y probablemente cuatro superventas llevan a pensar que las masas se lanzan sobre toda la novela negra. Si ha existido un verdadero boom ha sido exclusivamente en términos cuantitativos, la sobreproducción es salvaje y esto dificulta mucho la visibilidad de las perlas. Pero sin duda que hay un público interesado y esto lleva a los sellos a renovar constantemente la apuesta por él, impulsados a su vez por la confianza en dar la campanada", resume Lozano.

"Mi amigo Manuel Vázquez Montalbán y yo nos teníamos que hacer perdonar para que nos aceptaran en los sillones de los escritores serios y auténticos. Nos preguntaban: ¿Por qué no hacéis literatura de verdad?", recuerda el escritor Juan Madrid, uno de los pioneros de la novela negra en España, premiado en año pasado con el Pepe Carvalho de BCNegra por toda su carrera. Mucho ha cambiado la situación desde que el autor de Días contados fuera a la primera Semana Negra de Gijón hace más de 30 años.

Para llegar hasta aquí se ha pasado por una época de literatura de culto para iniciados, tiempos en los que una visita de Dennis Lehane a Barcelona podía pasar casi inadvertida. Las barreras del gueto se derribaron, según la opinión general del sector, gracias a Stieg Larsson y la serie Millenium. "Creo que le debemos agradecer este redescubrimiento de la literatura -a partir de la literatura policíaca- para muchos lectores que habían dejado de leer o nunca lo habían hecho", asegura María Fasce, editora de Alfaguara y Lumen y creadora del fenómeno del thriller Carmen Mola.

Según los datos que maneja la industria publicados por EL PAÍS, los dos primeros puestos de los libros más vendidos entre enero y agosto de 2020 son novelas negras: Reina roja, de Juan Gómez-Jurado (Ediciones B), parte de una trilogía de la que el autor ha vendido más de un millón de ejemplares y que la ha convertido en un fenómeno editorial incontestable, y El enigma de la habitación 622, de Jöel Dicker (Alfaguara). No es casualidad que sean sendos thrillers. En la búsqueda del siguiente éxito y aprovechando sus infinitas variedades, este es el sendero más transitado por las editoriales. ¿Gusto por la evasión, por lo fácil?"Esa es la explicación esnob de quienes no pueden aceptar el éxito de los que consideran un género menor. También podría llamarse reflejo de nuestra sociedad y de lo más oscuro del alma humana, que es como se leyeron después las novelas de Hammett y Chandler que sus coetáneos despreciaban", defiende Pasce. "La novela negra es la novela de la inseguridad, de las sociedades fallidas, de lo que se hace mal", considera Madrid en esa misma línea. Bebiendo de esta teoría, el género se ha abierto también a un análisis general de la violencia en el que caben todavía más autores y temáticas, y del que el Premio Carvalho de este año a Joyce Carol Oates o el programa de BCNegra de los últimos años (con autoras como Sara Mesa, Mónica Ojeda o Bonnie Jo Campbell) son buenos ejemplos.

Unos y otros se quejan de la avalancha de títulos, de los árboles que impiden ver el bosque, pero no parece que nadie vaya a parar y menos a dejar pasar la oportunidad de otro enero sangriento. No quedarse en lo obvio, resistirse a la apuesta conservadora, cuidar del lector y fortalecer una comunidad literaria creciente y única en el mundo editorial en español son las recetas comunes expresadas en voz alta por una colectividad que mira a Francia como ejemplo (con su red de librerías y el Festival Quais du Polar de Lyon como su máxima expresión) y que ya transita por el mundo editorial sin complejos. "Al contrario que en otros festivales, en el género negro, como no tenemos el glamour, pensamos en los lectores. Yo creo mucho en el entusiasmo. No pedimos curriculo a quien quiera apuntarse a ser curioso con nosotros, pero tampoco vamos a pedir perdón", proclama el comisario Zanón.


El País. Babelia Nº 1.520, sábado 9 de enero de 2021