jueves, 21 de agosto de 2014

Ulises K. (y IV)

Buena idea - sacó de la bolsa de lona una carpeta.- Quiero que recupere un libro, De Tenebrarum Cordis .Aquí tiene los datos técnicos. Dígame que más necesita para empezar.
Ulises tomó la carpeta sin perder de vista a su cliente. Había mucho más en él . Todos los clientes de Ulises rozaban la locura, y eran algunos los casos de verdaderos desequilibrados. Aunque ,eso sí, todos tenían dinero suficiente para esquivar miradas extrañas. En el hombre que había frente él había algo oculto. Había algo más. Intranquilo, bajó los ojos al primer folio del interior de la carpeta. Lo que aún no había aprendido a controlar era la posibilidad de su propia locura.
Más allá de la ventana se veían terribles relámpagos, y como la ciudad quedaba oscurecida por la lluvia.
- Tan sólo dígame lo que no viene en la carpeta. Lo que desesperadamente busca con o a través de ese libro.
Anteo permanecía callado, con una mueca de sonrisa en la cara.
-¿Nada que comentar? ¿Ningún comentario jocoso?
- No. ¿Alguna otra cuestión?
- Nada más. Pero si surgiera algo ¿ donde... ?
- No será necesario. Yo lo encontraré. No se preocupe.
Sin decir una sola palabra más se marchó. Los clientes extravagantes eran lo normal. Lo que hizo perder la seguridad de Ulises fue cuando creyó ver la sombra de Anteo moverse de forma independiente. Las dudas siempre lo asaltaban, pero era su trabajo hacía mucho tiempo que el circulo se había cerrado. Cuando se aseguró de estar solo preparó una copa de licor y cigarrillos, y comenzó la lectura.


Francisco Fernandez

martes, 19 de agosto de 2014

Ulises K. (y III)

El hombre que entró en la habitación llevaba una gabardina y una bolsa de lona al hombro. El pelo corto, los ojos crueles y la sonrisa despiadada de un lobo hambriento pero ya hacía mucho tiempo que no se dejaba impresionar por aquellos hombres desesperados
- Señor Ulises K. Soy  Anteo
 Alto, hermoso, poderoso.
Y ve y mira.
Ve con mis ojos.
 Cuando el mundo era más joven


Ulises apagó el cigarrillo en el cenicero. Más tarde me comentaría que recordaba vagamente haber conocido a alguien muy parecido.
  - Lo siento no puedo evitar esas citas tan teatrales, soy incapaz de controlarme.- una sonrisa traviesa pugnaba por asomar en sus labios.
La tarde caía sobre la ciudad. Las horas secretas de la noche comenzaban. Y tener a ese personaje en casa inquietaba profundamente a Ulises.
- Señor Anteo, busco por encargo, muy bien remunerado, objetos digamos "extraños". La existencia de seres mitológicos no tiene por qué salirse de lo estrictamente racional. Hay quien quiere o busca soluciones a preguntas envueltas en la oscuridad tenebrista de la fantasía irracional, en la historia popular. Tan solo interesan los resultados. Y los éxitos logrados me garantizan unos altos honorarios. ¿Satisfecho?
- Anteo, prescinda del señor.
Este toma asiento en la mesa. Sombras se alargan por la habitación. Sombras de extraños tamaños y longitudes. Ulises comienza las preguntas.
-¿Un guardián ? ¿un iniciado? ¿una víctima ?
-¿los tres a la vez?
-¿Que quiere de mi, Anteo?
- Es muy sencillo, contratarle. Le pagaré para que busque misterios para mi.
-¿Que es lo que me puede decir?
-¿Cuanto te atreves a saber? ¿Conoce a David Alexander Glencairn y a Ralph Emerson?
- Se ha tomado usted muchas molestias.- Ulises coge otro cigarrillo. Muy en su interior escucha un pequeño tic-tac , un sonido discordante, una especie de alarma - Sí ,les conozco.
- Es usted famoso y muy conocido en ciertos círculos. Mi preocupación por ciertos temas se ha visto cruzada con su nombre varias veces: En Londres, 1.960, durante aquella extraña "epidemia" de características mortales. Y en Santo Domingo y Río de Janeiro, 1.962 y 1.965, respectivamente, donde se me dijo que "nadie sabía nada de esos casos de vudú -vodum-" y yo tan solo preguntaba por el señor Ulises K. En Machu-Pichu en el ´69 durante la restauración de ciertas partes de las ruinas de la Piedra del Cóndor.
Ulises fuma con calma, sabe que es una debilidad, puede creer que está nervioso. Pero lo cierto es que comienza a temer al hombre que ha entrado. Anteo sigue hablando.
- Probablemente nos quedaremos sin saber los resultados de esos estudios "independientes". Como el Ulises de Homero, destinado a vagar por una interminable lista de lugares. Y es que probablemente Itaca ya no es lo que era.
Tan solo tengo una duda, y es sobre la traducción de el diario de una mujer que mezcla mitad latín, mitad italiano y que le acompañó a Roma en el ´71 para operar a alguien. Aún no he logrado comprender esa referencia del latín "expurgo, expulsio". Tengo una ligera idea, pero no consigo concretar nada.
- Solo son nombres.
- Si,  nombres propios y ajenos, de lugares, de hechos extraordinarios... ¿demasiado intrigante?
- O es usted demasiado inteligente o demasiado estúpido. ¿Quien es usted?
- Nos toman por locos o por héroes, dos clases de imbéciles que se parecen bastante.
Solo soy un hombre, muy cansado. Viajo desde hace mucho. Hace dos mil años conocí a unos hombres que buscaban el mar.

¿Que importa que el combate se pierda?
No todo se ha perdido; la indomable
voluntad y las ansias de venganza,...

Ulises sonreía a medias. No pudo menos que seguir el juego.

- El odio inmortal, el valor firme
que nunca es sometido ni se rinde.

- Admita que son bellos los versos de Milton.
- Muy bien Anteo. Me conoce bien, y ahora ¿que tal si nos ponemos a trabajar?
Anteo encogió los hombros,  como si alguien acabase de finalizar el espectáculo. Ahora comenzaba lo serio.

lunes, 18 de agosto de 2014

Ulises K (y II)

Situado en una  habitación amplia, con un ventanal de espléndida panorámica, viejos tejados ocres, la aguja gótica de la catedral recortada contra el limpio cielo azul. el suelo de mármol negro, vigas en el techo. Todas las paredes estaban cubiertas por vitrinas de libros, estatuillas y  objetos, junto a grabados en bellos marcos: Holbein y Durero. Había también una mesa de trabajo y una gran chimenea de piedra.
En la mesa se sentaban dos hombres; el más joven  sostenía entre sus manos una daga y explicaba a su acompañante de una manera didáctica, mientras dedicaba una sonrisa como un niño que cuenta sus travesuras. Escuchándolo muy atento, un hombre, consumido y terroso de ojos grises, de rasgos singularmente vagos.
- La hoja es de diez pulgadas de larga; con una anchura de dos pulgadas en la base terminada en punta, redondeada y afilada al mismo tiempo. Es de doble filo.
La vaina de metal es singular: una de sus partes es perpendicular a la otra, lo cual unido al hecho de que viene a prolongar la empuñadura de la daga, le da apariencia de cruz.
En una de sus caras ha sido grabada la imagen de un cristo crucificado, mientras en la otra ostenta la siguiente inscripción en latín " Mihi vindicta: ego retribuam "- Mía es la venganza, y la cumpliré -.
En la hoja grabado en mayúsculas con una caligrafía inglesa antigua "AGUARDO HIERO". En el pomo inciso un pentáculo .
Se detuvo. Dejó la daga en la mesa y extrajo dos cigarrillos de un cajón de la mesa. Alargó la mano con uno hacia su acompañante, con un guiño cómplice.
- Sabe que no debo fumar. Mi médico me lo ha prohibido. – los ojos grises vacilaban.
- Ommes vulnerat , postuma necat . Todas hieren, la última mata.
- Probablemente por eso siempre fumo con usted. El tiempo, las horas de ese acertijo, acabarán por quitármelo todo.
Tras encender los cigarrillos, y aspirar golosamente el humo, volvió a coger la daga y continuó:
- Lamentablemente, pese a tan aparatosa ostentación de detalles, esta daga no posee ninguna propiedad "mágica". De una forja excelente, su filo es prodigioso, pero el hecho es que las heridas que ha causado a varias personas, no son obra de la "voluntad" de la daga.
En la capilla donde ocurrieron los hechos se encuentra un mecanismo secreto, olvidado por todos, excepto por una persona, y que lanza la daga al pisar cierta baldosa, el porqué de las víctimas es un asunto que no viene al caso. Pero es así. Una suerte de muelle lanzaba la daga a través de un hueco en la piedra, sutilmente oculto. Me fue difícil hallarlo. Lo siento mucho señor Cartaphilus, pero esta no es su daga.
Los ojos grises chispearon unos segundos, dando vida al rostro.
- Pero sigue siendo hermosa. Y se sumará a la colección que poseo. No pongo en duda que usted seguirá indagando en su búsqueda.
- Por supuesto, por supuesto.
- Bien, bien. Hasta la vista entonces.
- Hasta la vista señor Cartaphilus.
El anciano se guardó la daga en el bolsillo. Llegó hasta la puerta donde le esperaban sus empleados. Ellos cerraron la puerta tras instalar al señor Cartaphilus en una silla de ruedas. Ulises permaneció sentado fumando. El humo del cigarrillo subía en forma de espiral hasta el techo .Sus ojos fijos en el infinito de esas formas etéreas. Su cigarrillo se consumía entre los dedos. Dos golpes en la puerta lo sacaron de su abstracción. Comenzaba otra nueva aventura. Comenzaba su propia bajada a los Infiernos tanto tiempo postergada.

domingo, 17 de agosto de 2014

Ulises K.


Las tormentas son terribles. Un rayo de luz sacude la tierra y el cielo, seguido de un sonido brutal. Pero siempre hay avisos, señales de lo que va a ocurrir.
Hora de escribir a casa. Querida mama ... carachivo , bruja deforme y bizca. Tengo noticias para ti ¡Se ha descubierto el Secreto ! firmado : tu hijo. Como si supiera quien fue. Todo el mundo tiene secretos, claro. Yo tengo una docena.
Corres por tu vida pero no llegas a ninguna parte. A ninguna excepto al borde de las tinieblas y los sueños de muerte de las Oscuras Profecías. La Profecía es parte del Apocalipsis. Me lo dijo un pordiosero borracho, en latín, escupió al decirlo y murió. Viene una tormenta, como dijo el viejo. El Apocalipsis cuando todos los secretos de descubren. Viene el infierno.

martes, 12 de agosto de 2014

ARIADNA

Es como una fría y serena arquitectura hecha mujer.. Tiene párpados de flor muerta. Sus ojos son felinos. Pupilas que abarcan tristezas invisibles y sueños eternos, se llenan de la armonía y de la fragilidad. Y una boca carnívora con labios dibujados. Son labios que con una sola sonrisa le hacen sombra a cualquier luz.. Su voz es un pecado mortal abierto de par en par : Densa, profunda, perfumada de alcohol, de tabaco, de soledad y de insomnio. Y nada tiene que ver con su hermosura. Altos y duros, sus pómulos atraen el resplandor del alba Vulnerable y peligrosa como un cristal en equilibrio. La bruja jamás arrinconada, ni vencida, ni domada. Es un ser suntuoso y flagrante. El símbolo de tantas cosas que tantas mujeres nunca serán. Ariadna.

lunes, 11 de agosto de 2014

Lectura entre platos




Última portada del suplemento literario Babelia, de El Pais. La gran mayoría de ellas un auténtico placer, de diseño e imagen relacionado con la literatura. Ahora se pueden ver en un archivo disponible en la versión digital de el periodico El Pais, en su sección de Babelia: aquí.
En esta particular hemeroteca podremos ver las portadas desde el año 1991 hasta el 2014, una gran evolución.

Paradojas del tiempo: ¿Matar a la abuela o ganar el mundial?


Si alguien me invitara a un viaje en el tiempo, probablemente escogiera viajar a mi pasado

FELIX J. PALMA Barcelona 30 JUL 2014 

Viajar en el tiempo siempre ha sido uno de los sueños del hombre, ya sea hacia delante, para ver los lienzos imposibles del futuro, o hacia atrás, para ver las obras ya terminadas del pasado. Supongo que por esa razón me entusiasmó tanto La máquina del tiempo, del escritor H. G. Wells, cuando la leí con once o doce años. No me cuesta imaginarme cerrando la novela con manos temblorosas. Probablemente estaba convencido de que no tardaría demasiado en inventarse una máquina similar a la que describían sus páginas, un artefacto capaz de moverse por el tiempo como si se tratara de una dimensión espacial más, gracias al cual todos podríamos visitar el futuro. Ansiaba viajar más allá de nuestra existencia mortal, ver aquello que no me correspondía, como hacía el protagonista de la novela. Supongo que por eso soy lector de ciencia ficción.

Pero con los años, a medida que ese niño iba dejando paso al adulto que ahora soy, aquel deseo fue mudando. Hasta tal punto que si ahora alguien me pusiera delante una máquina del tiempo y me invitara a un único viaje, probablemente escogiera viajar al pasado, aunque no para ver cómo se construyeron las pirámides. Viajaría a mi propio pasado, para deshacer alguna de las decisiones que he tomado a lo largo de mi vida. ¿Quién podría resistirse a esa tentación?

Sin embargo, como sabemos por las muchas ficciones al respecto, no es recomendable experimentar con el tiempo. Cualquier manipulación del pasado acarrea toda una serie de cambios en cascada que alterarían completamente nuestro futuro. Por no hablar de las paradojas. ¿Qué pasaría, por ejemplo, si retrocedo en el tiempo y mato a mi abuela antes de que haya tenido descendencia? Yo no habría nacido, y por tanto no podría viajar al pasado con la aviesa intención de matarla.

Para sortear esta conocida paradoja, se ideó la teoría de los universos paralelos. Según dicha teoría, si yo viajara al pasado, a menos que mi abuela ofreciera una inesperada resistencia, podría matarla sin problemas. Aunque, pese a su parecido con la original, no sería mi auténtica abuela, pues yo habría aterrizado en un universo paralelo, idéntico al mío, salvo por un detalle: la presencia de un viajero del tiempo. Mi disparo escindiría el universo en dos líneas temporales: en una, mi abuela habría sido vilmente asesinada; en la otra, la línea de la cual yo me habría fugado, siguiría viva.

Y es que según la teoría de los mundos múltiples, tan fascinante o más que los propios viajes temporales, los universos se ramifican cada vez que existen dos salidas posibles a un suceso cualquiera, por lo que no habría que lamentarse de que España fuese eliminada en el pasado mundial, pues en algun otro de los infinitos universos fue campeona del mundo. Aunque su contrapartida es que el mundial de Suráfrica también lo perdimos.

Félix. J. Palma es un escritor sevillano best-seller del New York Times con su trilogía victoriana.





El Mapa del caos
Cierre de la trilogía victoriana de Félix J. Palma, el único best-seller español de The New York Times que se dedica al fantástico. Un ambicioso desenlace en el que una enfermedad que provoca viajar en el tiempo pondrá en peligro la trama de la realidad.

Tempus
Agujeros en el tiempo, romance y Jack el destripador. Con estos ingredientes juega la autora española Nerea Riesco. Para darle verosimilitud a su ficción, Riesco, consultó a un experto en cuántica del CERN, el primer centro mundial dedicado a la física nuclear.

Moscú 2042
La visión futurista del comunismo soviético escrita por un autor que acaba de ser expulsado del régimen, Vladímir Voinóvich. Con tintes autobiográficos, narra un viaje al futuro que arranca en Múnich en 1982 y culmina en el Moscú del título, el del año 2042.




Máquinas del tiempo
Martin Newland tiene un nuevo reloj, uno que tal vez haga algo más que dar la hora. A través de varios relatos entrelazados en realidades paralelas, Nina Allan explora el viaje del tiempo como un hecho intimista, alejado de la épica y la acción.



El Pais, 2 de Agosto de 2014





Viaje con nosotros por el tiempo

Llega el auge de novelas sobre viajes en el tiempo, subgénero creado por un olvidado autor español

ÁNGEL LUIS SUCASAS Avilés 1 AGO 2014 



Unos viajeros en el tiempo, con la máquina ideada por Gaspar en 1887, vistos por el ilustrador gallego Pinturero. / PINTURERO


Tic-tac, tic-tac. Suenan los relojes en Avilés. Bien sea con el frío e inaudible latido digital para los prácticos o con el potente vibrar de un reloj de leontina para los románticos, el constante fluir del tiempo se percibe en la ciudad asturiana, capital de la literatura fantástica mundial por su festival Celsius 232, que se despide hoy sábado. La importancia del reloj (y el calendario) la da una nueva ola de novelas —muchas, de nuevo cuño y con firma española; otras, reediciones de clásicos en el olvido— con el mismo leitmotiv: los viajes en el tiempo como pilar central de la trama.

Este subgénero se lanza cuando el fantástico lleva años dominando el mercado del ocio y siendo el abanderado del palabrejo de moda allí donde se cruzan ocio y cultura: transmedia. O séase, universos creativos que se expanden por múltiples medios. Sagas como Juego de tronos (más de 900.000 ejemplares vendidos en España) o Los Juegos del hambre (más de un millón) arrastran consigo el éxito en la televisión y el cine. Por no hablar de los videojuegos, donde fenómenos como Metro 2033 (de Dmitry Glukhovsky, invitado del Celsius) vende más de tres millones de ejemplares y pasa también del millón de videojuegos.

El caso es que los autores de estos paseos temporales, Félix J. Palma y su venidera El mapa del caos (Plaza y Janés), Vladímir Voinóvich y su clásico Moscú 2042 (Automática editorial), Tim Powers y sus reeditadas Las puertas de Anubis (Gigamesh), Nerea Riesco y su Tempus (Minotauro), Nina Allan y sus Máquinas del tiempo (Nevsky), tienen en la boca un solo padre al que venerar: H.G. Wells, que escribió su inmortal La máquina del tiempo en 1895 y del que la editorial Sportula prepara una reedición con nueva traducción del ganador del Minotauro Rodolfo Martínez. Pero resulta que el verdadero colonizador de este subgénero de lo fantástico fue, como pasó con las Américas, un español: Enrique Lucio Eugenio Gaspar y Riambau (Madrid, 1842 - Olorón, 1902). Diplomático, dramaturgo y autor de la primera novela de la historia de la literatura que inventa una máquina para viajar en el tiempo: El Anacronópete (1887).


Gaspar era un trotamundos. Grecia, Francia, China… Vida de diplomático que le costó caro a su prestigio literario al estar lejos de los círculos de influencia (periódicos y tertulias) de la época. Así las cosas, se planteó arrumbar por una vez su producción dramatúrgica y escribir la primera novela que inventaba una máquina del tiempo y planteaba este subgénero dentro de la naciente ciencia ficción, después de las célebres fantasías de Dickens (Un cuento de navidad, 1843) o Poe (Un cuento de montañas escabrosas, 1844). ¿Cómo es esta máquina que inventa? Pues algo así como una casa voladora con unas “cucharas” que le permiten cambiar el giro de la esfera terrestre y con ello retroceder en el tiempo. María de los Ángeles Ayala (Alicante, 1950), profesora de literatura en la Universidad de Alicante y experta en el siglo XIX, señala que además de pionera la novela merece la pena: “Su calidad literaria es muy alta. Como era un gran dramaturgo, construye unos diálogos y personajes estupendos”. Eso sí, no se moja al compararla con la archiconocida de Wells: “Las dos tienen grandes méritos”.


Portada original de 'El anacronópete', primera novela de la historia con una máquina del tiempo escrita por el español Enrique Gaspar. / FRANCESC SOLER



Ilustración de Francesc Soler para la edición original de El anacrópete (1887), de Enrique Gaspar


La obra ahora mismo se encuentra descatalogada. Pero sus semillas inverosímilmente han arraigado en jóvenes autores españoles. Al menos en uno. Francisco Miguel Espinosa (Alicante, 1990), de 24 años, y que presenta en Avilés su Cabeza de ciervo (Dolmen, 2014), es ferviente admirador de esta novela y tiene hasta escrita una segunda parte: “Se titula El Anacrónopete conquista el futuro. Me encontré con las cartas de rechazo de editores que nada sabían de la obra original: ‘No podemos publicar la continuación de algo que nadie conoce’. España es de esos lugares que se vanaglorian en olvidar sus logros”.

Pero aparte de quién fue el primero, el viaje en el tiempo literario tiene por pregunta esencial el cómo. Varios cómo. El primero es el teorema/ingenio/magia que permite el viaje. La máquina del tiempo es el ejemplo estrella: aparatosa, acompañada de luz y rayos y un probable estallido en blanco. Pero se puede viajar en el tiempo haciendo click en una cámara de fotos, como sucede en Legión (Brandon Sanderson, Fantascy), donde un científico consigue retratar el pedazo del pasado que elija. Solo con conocer el instante y el lugar preciso, ¡voilà!, Cristo ascendiendo el Gólgota, Julio César y los puñales, la cabeza de María Antonieta… Pero puede ser algo tan abstracto como una enfermedad: “Cronotenia, una enfermedad que te hace saltar en el tiempo”, confiesa, entusiasmado, Félix J. Palma (Cádiz, 1968), único best-seller español de género fantástico en el Top del The New York Times que cerrará en octubre su ambiciosa trilogía de ciencia ficción decimonónica con El mapa del caos. “El tejido del tiempo se resiente con estos saltos. Y claro, hay que enviar a unos cyborgs para que eliminen a los infectados antes que la realidad se colapse”.


Segundo cómo: ¿Cómo es el tiempo? ¿Es reversible? ¿Es inmutable? ¿Es infinito? Tres teorías se han planteado en la ficción como respuesta. Uno: que no puede cambiar, como han sostenido autores como Tim Powers en su clásico Las puertas de Anubis. Dos: que sí cambia pero que altera irreversiblemente la historia y así el hogar del viajero nunca existió/existirá; o aún peor, el propio viajero, como ocurría en la inolvidable Regreso al futuro con Michael J. Fox viendo cómo su carne se volvía translúcida. Tres, que por cada decisión que tomamos, tan banal como pedir una coca cola en vez de una caña, creamos un nuevo universo. Y el conjunto de todos ellos, que jamás se tocan, se llamaría multiverso. En este último paradigma se mueven la mayoría de novelas contemporáneas, como sucede en las sugerentes Máquinas del tiempo de Nina Allan (Londres, 1966), donde un reducido elenco de personajes va reencontrándose en distintas hebras del tiempo: “Me gusta pensar que el viaje en el tiempo no es algo épico, sino algo del día a día. Que lo hacemos cada vez que tomamos una decisión, de una manera natural, sin pensar en ello”.

¿Y qué dice la ciencia de todo esto? Pues poco menos que: “¡Paparruchas!”. Luis Álvarez Gaume (1955, Madrid), director durante seis años del departamento de Física Teórica del CERN, el hogar más ilustre de la cuántica mundial, ve entre los que se toman en serio del multiverso y los que creían en el espiritismo pocas diferencias: “Es literatura barata, paradojas psicolingüísticas. Que sepamos, solo se puede viajar en el tiempo hacia delante”. Gaume arranca de raíz cualquier escapatoria fantasiosa a ese “que sepamos”. Algunos son complejos y tienen que ver con que no se puede entender el mundo cuántico más que como una sopa de energía, de interacciones constantes que no permiten aislar un suceso concreto de su entorno y juguetear con él para sacarlo de su espacio-tiempo. Otras, de lógica aplastante: “La primera paradoja la sabemos todos: ¿qué pasaría si mato a mi abuelo? Pero hay otra: Si alguna vez fuera posible, entonces, ¿dónde están los turistas del futuro?”.

Para los que quieren seguir soñando, hay historias capaces de fascinar a espíritus como el de Jean Cocteau. El polifacético artista firma el prólogo de Una aventura en el tiempo, gema singular que rescata la editorial Nevsky y que narran en primera persona Charlotte Morby y Eleanor Jourdain, directora y subdirectora de Oxford a finales del siglo XIX y principios del XX que creyeron sufrir un viaje en el tiempo al Versalles de María Antonieta. Es más, el manuscrito ensayístico, prolijo hasta lo enfermizo en los detalles y análisis de la experiencia que afirman vivir, describe un encuentro con la mismísima reina el 5 de octubre de 1789, cuatro años antes de su muerte y el mismo día en que una horda de mujeres marchaba a palacio para ajustar cuentas con el Viejo Régimen. Mapas, testimonios y un dédalo de notas bibliográficas que abruman para corroborar unos hechos increíbles.

El viaje en el tiempo, sin embargo, no necesita de tantas alharacas. Basta con un plan de urbanismo benévolo. Por ejemplo aquí, en Avilés, el festival se celebra en el casco antiguo. Y así en un vértice de la Plaza Álvarez Acebal tenemos la Iglesia de San Nicolás de Bari, del siglo XII. Una cuesta más abajo y unos cuantos escalones está el Palacio de Ferrera, del XVII, ahora un cinco estrellas de la cadena NH. En resumen, logotipos aparte, el pasado existe en el presente. Tim Powers (Buffalo, 1952), una de las estrellas del festival, así lo cree: “Piensa en el Cairo, en las Pirámides. Tener esas obras de hace milenios nos permite hacer verosímil lo imposible. Hacer creer al lector que sí, se puede viajar en el tiempo”.


 El Pais, 2 de Agosto 2014