jueves, 8 de septiembre de 2016

Solo el sonido de las hojas

Sin móviles y pensada como un santuario de la concentración. Así es la última librería de moda en Londres.

JORGE CARRIÓN

Sally Davis, que trabajó como periodista en Financial Times, abrió el pasado mes de febrero Librería, un espacio que opta por "lo tangible: el libro, que no solo es un deseo, sino también un objeto".

TELÉFONOS NO, por favor". Esta nueva librería londinense se llama Librería -en español- y te exige amablemente que te desconectes un rato. Su interior de estanterías amarillas y techos dorados es especular, hipnótico, sin wifi y sin cafetería. Pero la cafeína se consigue con sólo cruzar la calle. Estamos frente al Second Home -un espacio de coworking y restaurante cuyo diseño podría ser lo mismo de los años sesenta que del futuro-, que se ha convertido en el refugio de moda de los profesionales jóvenes que, en esta burbuja inmobiliaria que llamamos Londres, deben compartir oficina.

Estamos muy cerca del Whitechapel de Jack el Destripador, de restaurantes paquistaníes y de descampados con grafitis y de barberías: no puede ser más fuerte el olor a gentrificación (qué poco huele en comparación la palabra aburguesamiento).

"Vivimos un momento cultural muy interesante, en el cual nosotros optamos por lo tangible: el libro, que no es sólo un deseo, sino también un objeto", dice Sally Davis como si recitara una lección bien aprendida. Seguro que fue la primera de su clase. Bajo esas gafas enormes y ese flequillo moderno se encuentra una antigua periodista del Financial Times y una lectora omnívora, directora ahora de este "santuario de la atención, de la concentración y del descubrimiento". Los libros no están clasificados por editorial o por género, sino por temas: Madres, madonnas y putas; Tiempo y espacio; Tecnología y artesanía; o Primera persona.

Además ofrecen selecciones de comisarios invitados, como David Rowan -editor de Wired- o la escritora Jeanette Winterson, autora de ¿ Por qué ser feliz cuando puedes ser normal? "Una librería es una criatura que evoluciona" sentencia Davis, que inauguró la suya el pasado mes de febrero.
El diseño lo firma el estudio de arquitectura español Selgascano, que se inspiró para ese techo de espejo que duplica los anaqueles hasta el infinito en La biblioteca de Babel, el cuento de Borges. No sé si conocerán su librería hermana, igual de bella, cinco veces más grande: la que aparece si atraviesas esa superficie especular que nos envuelve y nos multiplica. Se llama Ulises, fue diseñada por Sebastián Grey y se encuentra en Santiago de Chile. Su cielo también te refleja y te eleva hacia la estratosfera bibliográfica.

Me vibra el móvil. Disimulo. El zumbido me baja por la pierna y me ancla al suelo, tras tantos minutos en las nubes. "¿Qué hacéis si alguien utiliza su móvil?" le pregunto, sonrojado, de camino a la salida. "Pues le explicamos nuestra filosofía y le pedimos amablemente que lo apague: la gente está deseando que le den permiso para estar presente". Pese a la vibración y al miedo a ser pillado in fraganti, como siempre, me compro un libro. Davis estampa en la primera página de The Meaning of the Library (el sentido de la librería) el sello de Librería. "Como hacen en Shakespeare and Company", le digo. "Sí, sí, lo copié de allí". -EPS


El Pais Semanal nº2.083 / Domingo 28 de agosto de 2016



sábado, 3 de septiembre de 2016

El último laberinto

He comentado en más de una ocasión, que heredo blogs igual que heredas los libros de un lejano pariente fallecido. Aunque comienzo a preocuparme un poco. Mi querido colega, de quien heredé este lugar mágico, ha desaparecido de internet, en blogger consta como Sin identidad. Nada grave, ni de lo que preocuparse, pero sintomático.

Sigo pensando que los blogs y páginas que mantengo, son como islotes en medio del Pacífico con volcán incluido, y las entradas y comentarios son como mensajes en una botella lanzados al mar, sin saber si alguien los leerá. Ya saben, romántico incurable que es uno.

Pero, oh, eterna y maldita conjunción adversativa, pero, años de trabajo, o de algo más agradable que el trabajo, podría desaparecer en un instante. Google, la empresa que gestiona mis sueños e ilusiones, la empresa que comienza a parecerse a un Dios, un demiurgo ajeno al bien y al mal. Un ser omnipotente y omnímodo, que puede caer tan rápido como creció.

Esperemos que me equivoque. Me gustaría estar por aquí el máximo tiempo posible.