Y el final llegó. Nunca anunciado, tan solo intuido, percibido como una ausencia antigua, como un rastro perdido en el bosque.
Encontrarse frente a él no le sorprendió tanto como pensar que ese encuentro nunca lo creyó posible.
Gilgamesh, rey de Asiria y Persépolis, señor de las tierras del Tigris y el Eufrates, inmortal dios de los hombres. Era su final, al igual que deseaba que fuese el comienzo de su ascensión al palacio de los Dioses.
Encontrarse frente a él no le sorprendió tanto como pensar que ese encuentro nunca lo creyó posible.
Gilgamesh, rey de Asiria y Persépolis, señor de las tierras del Tigris y el Eufrates, inmortal dios de los hombres. Era su final, al igual que deseaba que fuese el comienzo de su ascensión al palacio de los Dioses.
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