martes, 19 de agosto de 2014

Ulises K. (y III)

El hombre que entró en la habitación llevaba una gabardina y una bolsa de lona al hombro. El pelo corto, los ojos crueles y la sonrisa despiadada de un lobo hambriento pero ya hacía mucho tiempo que no se dejaba impresionar por aquellos hombres desesperados
- Señor Ulises K. Soy  Anteo
 Alto, hermoso, poderoso.
Y ve y mira.
Ve con mis ojos.
 Cuando el mundo era más joven


Ulises apagó el cigarrillo en el cenicero. Más tarde me comentaría que recordaba vagamente haber conocido a alguien muy parecido.
  - Lo siento no puedo evitar esas citas tan teatrales, soy incapaz de controlarme.- una sonrisa traviesa pugnaba por asomar en sus labios.
La tarde caía sobre la ciudad. Las horas secretas de la noche comenzaban. Y tener a ese personaje en casa inquietaba profundamente a Ulises.
- Señor Anteo, busco por encargo, muy bien remunerado, objetos digamos "extraños". La existencia de seres mitológicos no tiene por qué salirse de lo estrictamente racional. Hay quien quiere o busca soluciones a preguntas envueltas en la oscuridad tenebrista de la fantasía irracional, en la historia popular. Tan solo interesan los resultados. Y los éxitos logrados me garantizan unos altos honorarios. ¿Satisfecho?
- Anteo, prescinda del señor.
Este toma asiento en la mesa. Sombras se alargan por la habitación. Sombras de extraños tamaños y longitudes. Ulises comienza las preguntas.
-¿Un guardián ? ¿un iniciado? ¿una víctima ?
-¿los tres a la vez?
-¿Que quiere de mi, Anteo?
- Es muy sencillo, contratarle. Le pagaré para que busque misterios para mi.
-¿Que es lo que me puede decir?
-¿Cuanto te atreves a saber? ¿Conoce a David Alexander Glencairn y a Ralph Emerson?
- Se ha tomado usted muchas molestias.- Ulises coge otro cigarrillo. Muy en su interior escucha un pequeño tic-tac , un sonido discordante, una especie de alarma - Sí ,les conozco.
- Es usted famoso y muy conocido en ciertos círculos. Mi preocupación por ciertos temas se ha visto cruzada con su nombre varias veces: En Londres, 1.960, durante aquella extraña "epidemia" de características mortales. Y en Santo Domingo y Río de Janeiro, 1.962 y 1.965, respectivamente, donde se me dijo que "nadie sabía nada de esos casos de vudú -vodum-" y yo tan solo preguntaba por el señor Ulises K. En Machu-Pichu en el ´69 durante la restauración de ciertas partes de las ruinas de la Piedra del Cóndor.
Ulises fuma con calma, sabe que es una debilidad, puede creer que está nervioso. Pero lo cierto es que comienza a temer al hombre que ha entrado. Anteo sigue hablando.
- Probablemente nos quedaremos sin saber los resultados de esos estudios "independientes". Como el Ulises de Homero, destinado a vagar por una interminable lista de lugares. Y es que probablemente Itaca ya no es lo que era.
Tan solo tengo una duda, y es sobre la traducción de el diario de una mujer que mezcla mitad latín, mitad italiano y que le acompañó a Roma en el ´71 para operar a alguien. Aún no he logrado comprender esa referencia del latín "expurgo, expulsio". Tengo una ligera idea, pero no consigo concretar nada.
- Solo son nombres.
- Si,  nombres propios y ajenos, de lugares, de hechos extraordinarios... ¿demasiado intrigante?
- O es usted demasiado inteligente o demasiado estúpido. ¿Quien es usted?
- Nos toman por locos o por héroes, dos clases de imbéciles que se parecen bastante.
Solo soy un hombre, muy cansado. Viajo desde hace mucho. Hace dos mil años conocí a unos hombres que buscaban el mar.

¿Que importa que el combate se pierda?
No todo se ha perdido; la indomable
voluntad y las ansias de venganza,...

Ulises sonreía a medias. No pudo menos que seguir el juego.

- El odio inmortal, el valor firme
que nunca es sometido ni se rinde.

- Admita que son bellos los versos de Milton.
- Muy bien Anteo. Me conoce bien, y ahora ¿que tal si nos ponemos a trabajar?
Anteo encogió los hombros,  como si alguien acabase de finalizar el espectáculo. Ahora comenzaba lo serio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario