lunes, 11 de agosto de 2014

Paradojas del tiempo: ¿Matar a la abuela o ganar el mundial?


Si alguien me invitara a un viaje en el tiempo, probablemente escogiera viajar a mi pasado

FELIX J. PALMA Barcelona 30 JUL 2014 

Viajar en el tiempo siempre ha sido uno de los sueños del hombre, ya sea hacia delante, para ver los lienzos imposibles del futuro, o hacia atrás, para ver las obras ya terminadas del pasado. Supongo que por esa razón me entusiasmó tanto La máquina del tiempo, del escritor H. G. Wells, cuando la leí con once o doce años. No me cuesta imaginarme cerrando la novela con manos temblorosas. Probablemente estaba convencido de que no tardaría demasiado en inventarse una máquina similar a la que describían sus páginas, un artefacto capaz de moverse por el tiempo como si se tratara de una dimensión espacial más, gracias al cual todos podríamos visitar el futuro. Ansiaba viajar más allá de nuestra existencia mortal, ver aquello que no me correspondía, como hacía el protagonista de la novela. Supongo que por eso soy lector de ciencia ficción.

Pero con los años, a medida que ese niño iba dejando paso al adulto que ahora soy, aquel deseo fue mudando. Hasta tal punto que si ahora alguien me pusiera delante una máquina del tiempo y me invitara a un único viaje, probablemente escogiera viajar al pasado, aunque no para ver cómo se construyeron las pirámides. Viajaría a mi propio pasado, para deshacer alguna de las decisiones que he tomado a lo largo de mi vida. ¿Quién podría resistirse a esa tentación?

Sin embargo, como sabemos por las muchas ficciones al respecto, no es recomendable experimentar con el tiempo. Cualquier manipulación del pasado acarrea toda una serie de cambios en cascada que alterarían completamente nuestro futuro. Por no hablar de las paradojas. ¿Qué pasaría, por ejemplo, si retrocedo en el tiempo y mato a mi abuela antes de que haya tenido descendencia? Yo no habría nacido, y por tanto no podría viajar al pasado con la aviesa intención de matarla.

Para sortear esta conocida paradoja, se ideó la teoría de los universos paralelos. Según dicha teoría, si yo viajara al pasado, a menos que mi abuela ofreciera una inesperada resistencia, podría matarla sin problemas. Aunque, pese a su parecido con la original, no sería mi auténtica abuela, pues yo habría aterrizado en un universo paralelo, idéntico al mío, salvo por un detalle: la presencia de un viajero del tiempo. Mi disparo escindiría el universo en dos líneas temporales: en una, mi abuela habría sido vilmente asesinada; en la otra, la línea de la cual yo me habría fugado, siguiría viva.

Y es que según la teoría de los mundos múltiples, tan fascinante o más que los propios viajes temporales, los universos se ramifican cada vez que existen dos salidas posibles a un suceso cualquiera, por lo que no habría que lamentarse de que España fuese eliminada en el pasado mundial, pues en algun otro de los infinitos universos fue campeona del mundo. Aunque su contrapartida es que el mundial de Suráfrica también lo perdimos.

Félix. J. Palma es un escritor sevillano best-seller del New York Times con su trilogía victoriana.





El Mapa del caos
Cierre de la trilogía victoriana de Félix J. Palma, el único best-seller español de The New York Times que se dedica al fantástico. Un ambicioso desenlace en el que una enfermedad que provoca viajar en el tiempo pondrá en peligro la trama de la realidad.

Tempus
Agujeros en el tiempo, romance y Jack el destripador. Con estos ingredientes juega la autora española Nerea Riesco. Para darle verosimilitud a su ficción, Riesco, consultó a un experto en cuántica del CERN, el primer centro mundial dedicado a la física nuclear.

Moscú 2042
La visión futurista del comunismo soviético escrita por un autor que acaba de ser expulsado del régimen, Vladímir Voinóvich. Con tintes autobiográficos, narra un viaje al futuro que arranca en Múnich en 1982 y culmina en el Moscú del título, el del año 2042.




Máquinas del tiempo
Martin Newland tiene un nuevo reloj, uno que tal vez haga algo más que dar la hora. A través de varios relatos entrelazados en realidades paralelas, Nina Allan explora el viaje del tiempo como un hecho intimista, alejado de la épica y la acción.



El Pais, 2 de Agosto de 2014





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