jueves, 20 de marzo de 2014

Literatos

Aquellos hombres fueron cautivados por la fiereza purpúrea de las estrellas, de los dragones de fuego que culminaron el Reino de los Inmortales.
Aquellos metamórficos azules, emblemas, perfumes atrayentes de una era más antigua, aprenderemos como soñar en este planeta, en el horizonte gélido de la inocencia, en el suspiro de las guerras y el desierto de la esperanza maltrecha.
No dejes de imaginar por un instante lo locuaces que podemos llegar a ser: en los rincones, entre los ojos ciegos, los poetas caídos en desuso.

Estaba sentado en un rincón, los ojos meditabundos en el cristal del ventanal. No sabía seguro que motivaba esa mirada concentrada, si el vivo hormigueo de la calle central, tres pisos más abajo, o sus propios pensamientos .En su escritorio descansaba un único libro; no es estaba abierto y tan solo una tarjeta roja residía en su interior, casi en el centro del amplio cúmulo de páginas. Era un libro rojo, de esos que solía comprar a fin de mes, de esos con los que se entretenía desde que no estaba con Marta, desde que recibió la nota informándole de su huida. Él se sitúa en la ventana y observa la calle mojada, transparente sus ojos acarician el cansancio mientras piensa en esas palabras.
Amanecerá pronto, lo sabe .Y sin embargo su interior seguirá apagado, con la duda.


Francisco Miguel Gambero Macias

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