jueves, 1 de julio de 2021

El barco de libros de La Lata Peinada

LA VIDA POR AQUÍ | JUAN CRUZ



La librería La Lata Peinada de Madrid, en la calle Apodaca. / SANTI BURGOS

 A ellos no les gusta la palabra boom, les parece ya una marca de chicle, pero lo cierto es que esa explosión ocurrió por el enorme impacto que tuvo en el siglo XX la literatura que protagonizaron Cortázar, García Márquez o Vargas Llosa; y lo cierto es que ahora un barco impetuoso regresa a las estanterías de España (y del mundo) con una potencia que viene de todas las regiones de Latinoamérica, incluye los más variados estilos y apuestas, y al contrario de lo que ha ido ocurriendo con las sucesivas remesas de escritores de esa fértil región de la lengua española (y portuguesa), ahora junto a los autores vienen los libros.

En los años noventa del pasado siglo resultaba complicado promover en España la producción literaria de los herederos de Gabo, porque los libros viajaban mal y también porque los medios los acogían sin entusiasmo. Pero las cosas han ido cambiando. Los libreros han sido ganados por estos nuevos remeros de la literatura en las lenguas latinas y porque, además, unos aguerridos libreros han abierto una brecha por la que entran ya novedades que no vienen solo de la afluencia de los grandes grupos, sino que tratan de implantar aquí lo que allí hacen las nuevas editoriales. La más reciente iniciativa se llama La Lata Peinada, que es el nombre de dos librerías. Las fundaron con el título del autor argentino Ricardo Zelarayán, primero en Barcelona y ahora en Madrid los escritores Paula Vázquez y Ezequiel Naya, argentinos también; no sólo hay libros sino talleres que explican los libros y la pasión por hacerlos y por leerlos. Desde Buenos Aires Paula contaba este martes que ellos han querido que el dichoso boom ("y otras cosas que vinieron luego") no fuera el único protagonista de la literatura que se hace en Latinoamérica, sino que se conociera en España también "una nueva latencia sobre todo focalizada en las mujeres prescriptoras". Desde aquí comenzaron a hacer su catálogo, que ahora es como un barco abierto y lleno de libros procedente de las diversas capitales editoriales de las distintas partes de América.

En las estanterías se mezclan Nona Fernández con Juan Carlos Onetti (y con García Márquez, por cierto: en La Lata Peinada de Madrid exhiben la primera edición de Cien años de soledad), con Julio Ramón Ribeyro o Fernanda Melchor y con Selva Almada y Yuri Herrera. Editoriales de rango muy conocido con "editoriales independientes de allí" que hacen, en muchos casos, "un trabajo artesanal que ahora se podrá apreciar en España como una expresión de que la exportación en sentido contrario también es posible. Aliados españoles en la importación de literatura hecha en aquella otra parte del mar contribuyen a que el sabor de las estanterías acoja esta diversidad de la escritura que se escribe (y se edita) allí. Paula recuerda lo que Rodrigo Fresan publicó en Barcelona sobre "la absurda" rareza de que fuera tan difícil hallar en España libros escritos en una de las cunas más fértiles de la literatura de los recientes siglos. "Me avergüenza", dice Paula, "ver el déficit comercial de los libros que exportamos a España, nuestra puerta de entrada a Europa". Ella dice nombres propios que aún no se conocen aquí, reclama para ellos una atención que ahora se percibe pero que hace poco era nula, e insiste: "Lo que dicen estas estanterías es que hay, con respecto a lo que hubo en el boom, otro tipo de voces muy valiosas" Daniela Demar-ziani, escritora como los libreros fundadores, atiende en Madrid. Su entusiasmo llenó de libros la bolsa vacía del periodista, que pagó con mucho gusto.


El Pais, sábado 20 febrero 2021



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