jueves, 6 de abril de 2017

Stephen King es Stephen King es Stephen King.

Como si de un mantra tibetano se tratase, el nombre de este autor de la literatura norteamericana se repite una y otra vez desde hace más de cuarenta años. Continuamente, de una forma cíclica y constante, ya sea por sus novelas o por las adaptaciones de sus novelas al cine.

Hubo, ha habido y habrá una discusión sobre las adaptaciones cinematográficas de cualquier texto publicado, de algo que no sea el original de un guionista cinematográfico. Pero lo cierto es que la combinación de texto famoso (o no) y celuloide, funciona.

Todo esto, mezclado a día de hoy me lleva a comentar el futuro estreno de la película It, de título homónimo de la novela de Stephen King, y ya rodada con anterioridad hace bastantes años.

Como base de partida, una novela, un novelón de más de mil páginas con un despliegue impresionante por parte de Stephen King en una historia coral para retratar la infancia y el terror, sin paliativos. Y con el éxito de esta novela, casi de inmediato vino la película. A pesar de los intentos de Tim Curry como malo de la película, en el papel del payaso Pennywise, el horror filmado fue eso, una película infumable que no era ni la sombra de la novela. Eso ocurría con frecuencia en las adaptaciones de las novelas de Stephen King, que tan solo se apoyaban en la teoría del terror y poco más, con unos presupuestos escasos, y que supongo al autor le interesaba más pasar por caja que otra cosa.

Pero con el paso de los años, como los mejores vinos, novelas y cine comienzan a mejorar de forma palpable, gracias a la tecnología, y probablemente a que los lectores, voraces y seguidores del autor, comienzan a instaurarse entre los guionistas, realizadores y directores de un Hollywood cada vez más necesitado de alimento.

En total, he necesitado 314 palabras para comenzar a hablar del tráiler de la nueva película de It que vi ayer. Viene a demostrar que la nostalgia vende como pocas cosas en esta vida, y fue ver al pequeño George Denbrough correr detrás de su barco de papel sellado con parafina para que me saltasen unos lagrimones como puños.

Es casi seguro que la película no puede condensar tantos y tantos méritos que Stephen King atesora en la novela, pero no importa. Yo atesoro un ejemplar editado en 1988 por el Circulo de Lectores y firmado por uno de mis mejores amigos, y solo tengo que ponerme a leer para ver la mejor película jamás filmada sobre un grupo de amigos salvando al mundo, al menos, el suyo.



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