sábado, 30 de mayo de 2015

LES LUTHIERS- MUCHAS GRACIAS DE NADA

Los discos de vinilos, con su gran tamaño, acompañaban la mayoría de la veces agradables sorpresas. Este texto acompañaba al disco.





Este disco contiene la grabación de algunos fragmentos un tanto inconexas de “Les Luthiers hacen Muchas Gracias de Nada” y es apenas un pálido reflejo de un espectáculo que en su versión teatral estaba constituido por muchos fragmentos un tanto inconexos.
Comienza con El Rey Enamorado, en el estilo de teatro isabelino, que haría sonreir satisfecho al mismísimo Shakespeare: jamás podría darse cuenta –ni él ni nadie- de que esta parodia trata de involucrarlo.
Sigue La Tanda, homenaje a nuestra tan vapuleada televisión, a su audacia que ya es coraje, a su fino manejo del absurdo y a sus muestras de humor, que se perciben a veces incluso en los programas cómicos.
Luego, y procedida de unos sabrosos -¿sabor a qué?- Consejos para Padres viene La Gallina dijo Eureka, con nuestro convencimiento de que los niños son el futuro, idea que también profesan aquellos que produciendo cierta música para niños se aseguran el futuro. Y que van modelando, con pueriles canciones para niños, el gusto de los que el día de mañana consumirán pueriles canciones para adultos.
La cara B se encuentra fácilmente dando vuelta al disco. Contiene exclusivamente Cartas de Color, una verdadera epopeya. Durante  meses estudiamos la real historia de los negros de Estados Unidos y nos documentamos sobre sus orígenes africanos. Y aún así decidimos poner en escena Cartas de Color. Básicamente, queríamos evitar una historia veraz pero aburrida y estamos seguros de haberlos logrado, sobre todo en la que se refiere a la veracidad ¡Había que vernos imitando las ceremonias tribales, las contorsiones rituales, el baile final! Parecíamos nacidos en el corazón de África, tal vez de padres belgas.
Una última aclaración. Sabemos que escuchar una grabación no es lo mismo que haber presenciado el espectáculo. Pero si el oyente de este disco hace un esfuerzo y trata de imaginarse los lujosos decorados, el suntuoso vestuario y nuestros deslumbrantes desplazamientos, podrá equipararse a quienes vieron Les Luthiers hacen Muchas Gracias de Nada: ellos también tenían que imaginarse todo eso.



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