sábado, 3 de septiembre de 2016

El último laberinto

He comentado en más de una ocasión, que heredo blogs igual que heredas los libros de un lejano pariente fallecido. Aunque comienzo a preocuparme un poco. Mi querido colega, de quien heredé este lugar mágico, ha desaparecido de internet, en blogger consta como Sin identidad. Nada grave, ni de lo que preocuparse, pero sintomático.

Sigo pensando que los blogs y páginas que mantengo, son como islotes en medio del Pacífico con volcán incluido, y las entradas y comentarios son como mensajes en una botella lanzados al mar, sin saber si alguien los leerá. Ya saben, romántico incurable que es uno.

Pero, oh, eterna y maldita conjunción adversativa, pero, años de trabajo, o de algo más agradable que el trabajo, podría desaparecer en un instante. Google, la empresa que gestiona mis sueños e ilusiones, la empresa que comienza a parecerse a un Dios, un demiurgo ajeno al bien y al mal. Un ser omnipotente y omnímodo, que puede caer tan rápido como creció.

Esperemos que me equivoque. Me gustaría estar por aquí el máximo tiempo posible.

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