sábado, 24 de agosto de 2013

ENIGMAS ARTÍSTICOS

 Champán y rock europeo Por Sabino Méndez

EN LIBROS DEL ASTEROIDE hacen bien las cosas. Se han permitido publicar este año esa perla única y necesaria que es Alí y Niño de Kurban Said. Un libro tan interesante y desconcertante como la peripecia de su autoría.

Fue publicado en Viena en 1937 por la baronesa Elfriede Ehrenfels (1894-1982), quien había registrado el sonoro seudónimo. Describía los amores de una pareja interracial en Bakú, la capital de Azerbaiyán, poco antes de la revolución rusa. Pronto se supo que quien estaba detrás del seudónimo era su amigo Lev Nussimbaum (1905-1942), escritor azerí, curioso y enigmático, que también firmaba a veces como Essad Bey. Había escrito biografías y best sellers de la época (Petróleo y sangre en Oriente) y era personaje dado al disfraz, huido de Bakú por la represión bolchevique, que había llegado a vivir a todo tren en el Nueva York del jazz y en Berlín bajo las narices de los hitlerianos.

Ahora bien, en la región original de Bakú nos encontra¬mos con que, por contra, Alí y Niño se considera obra de Josef Vezir Chamanzaminli (1887-1943), ferviente nacionalista muerto por los soviéticos. Tiene rango de libro patriótico debido a sus emotivos retratos del paisaje del Bakú pre-soviético. Pero, en su excelente libro de investigación (El orientalista) Tom Reiss pone de relieve que, a pesar de la semejanza de fragmentos con otros cuentos de Vezir y la similitud de hechos de la trama con su biografía, hay algo que no cuadra. Toda la obra de Josef Vezir es una ardiente condena de la mezcla étnica y cultural, mientras que el mensaje de Alí y Niño es el contrario.
Las últimas investigaciones indican que la obra probable¬mente pudiera ser fragmentos de Josef Vezir que, de una manera todavía por aclarar, habrían caído en manos del espabilado Nussimbaum (alias Kurban Said, alias Essad Bey) quien, capaz de valorar su potencial, los hubiera completado con añadidos propios y plagios del escritor georgiano Grigol Robakidze (1881-1961, ¡un cuarto nombre!) cambiando la intención
.
Si esa teoría fuera cierta, ilumina un enigma artístico aún mayor. Y es el de cómo un libro retocado, plagiado, escrito por cuatro, seis u ocho manos, de una manera arbitraria según los vaivenes de su tiempo, transmite aún arrobo y misterio en su resultado estrictamente verbal. O sea, que sorprendentemente ha sido mejorado, perfeccionado, por ese proceso (raro, pero a veces pasa). Hay alguna exageración de emociones corrientes pero, en general, sus principales perlas están unidas de tal manera que lo que brilla es el hilo que las engarza. Si el hecho de haber pasado por varias manos hubiera perfeccionado finalmente la relojería de la obra, eso nos hace deducir claramente otro detalle. Y es que, en primer lugar, lo que se habría necesitado para ello es que existiera un buen lector (fuera la baronesa o Essad Bey), capaz de detectar y apreciar los mejores resortes para pulirlos y afinarlos. Lo cual aún nos lleva inevitablemente a otra fascinante conclusión más: que el resultado del manuscrito de Alí y Niño que conocemos hoy en día, bien pudiera ser finalmente no otra cosa que el producto de un amor contagioso por el disfrute de la lectura. •

Alí y Niño. Kurban Said. Traducción de Isabel Payno Jiménez-Ugarte. Libros del Asteroide, 2012. El orientalista. Tom Reiss. Traducción de Marco Aurelio Galmarini. Anagrama, 2007.

El Pais Babelia 24.08.13

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